Punto de vista de Sophia:
Había logrado bajar después de mi castigo por parte de Blaine y terminar de limpiar el desayuno antes de empezar a limpiar el resto de la casa de la manada. Ahora era medianoche y estaba exhausta y lista para mi cama. Fui a mi habitación y descubrí que había sido destruida. Realmente no me sorprende. A Alyssa y sus amigas les gusta entrar aquí y destrozarlo. Quiero decir, no hay mucho que destrozar, pero no lograron destruir mi única manta. Menos mal que era verano y no hacía tanto frío en mi habitación. Mi cabeza golpeó la almohada y lo siguiente que supe fue que mi alarma estaba sonando. Ahora eran las 4 de la mañana y el cumpleaños número dieciocho de Spencer. El pensamiento me dio escalofríos. Si me atrapaba sola, solo Dios sabe qué me haría.
Me deslicé silenciosamente al baño y me duché. Intenté lavarme las heridas de ayer lo mejor que pude, pero todavía estaban en carne viva y dolían. Salí y tenía la toalla envuelta alrededor de mí cuando Spencer entró, sosteniendo algo.
—Bueno, ¿no me vas a desear un feliz cumpleaños? Vine a ver si eras mi pareja; desafortunadamente, no lo eres. Aun así, eso no me detendrá de tenerte. Blaine y yo tenemos una sorpresa especial para ti esta noche. No te preocupes.
Se acercó más a mí y empezó a pasar sus manos por mis brazos expuestos. Yo estaba congelada. Tiró de mi toalla, pero yo la sujeté con más fuerza.
—Esclava, ¿por qué no tenemos un vistazo a lo que va a ocurrir esta noche? Blaine me contó sobre tu castigo y puedo decir que estoy celoso y te quiero para mí.
Siguió tirando de mi toalla hasta que desapareció y yo estaba completamente desnuda frente a él. Intentaba cubrirme, pero él me empujó contra la pared y sujetó mis manos por encima de mi cabeza.
—No sé si podré esperar hasta esta noche. Tal vez tenga que tenerte ahora. ¿Puedes sentir lo excitado que estoy por ti? —pregunto mientras se restregaba contra mi pierna.
Movió su rodilla entre mis piernas y las separó.
—Por favor, no hagas esto, Spencer. Puedes ser mejor que esto. No quiero esto —le dije mientras comenzaba a llorar.
—Blaine me mataría si supiera que te llevé a las duchas, pero no hay nada malo en usar tu boca.
Agarró mi cuello y me obligó a arrodillarme. Movió su mano de mi cuello a mi cabello y lo agarró tan fuerte que pensé que lo arrancaría. Se desabrochó los pantalones con la mano libre y sacó su m*****o, intentando meterlo en mi boca, pero yo no abrí.
—Podemos hacer esto a la buena o a la mala, tú decides —gruñó.
Sólo negué con la cabeza.
—No me importa hacerlo a la mala. Me gusta lastimarte —después de decir eso, tomó mi cabeza y la golpeó contra la pared.
—¿Ahora estás lista?
Nuevamente, sólo negué con la cabeza, pero esta vez acercó su rodilla a mi nariz y la rompió. Jadee por aire a través de mi boca, y él aprovechó ese segundo para meterse en mi boca. Yo era impotente para detenerlo, no podía ver con mis ojos llorosos y no podía respirar con él metido en mí. Finalmente, terminó y me soltó.
Caí al suelo, tratando de recuperar el aliento. Mis ojos seguían llorosos, y tenía sangre saliendo de mi nariz.
Se inclinó y dijo: —Diosa, he deseado hacer eso por mucho tiempo. No puedo esperar a esta noche cuando pueda tener el resto de ti.
Con eso, me arrojó algunas ropas y me dijo que tenía que verme de alguna manera presentable hoy, ya que la gente llegaba todo el día. Agradecí no tener que usar harapos, pero sus palabras dejaron un sabor amargo en mi garganta. Decidí en ese momento que si lograba salir de esta noche, me iría y nunca miraría atrás. No me importa si me convierto en un vagabundo. Vale la pena. Juré que un día, de alguna manera, me vengaría de estas personas.
Todo estaba listo y listo para empezar. Estaba caminando, sirviendo bebidas y manteniendo las cosas limpias cuando olí algo tan refrescante. Olía a lluvia y hierba. Era agradable, casi tranquilizador. Me dejaron sola durante la mayor parte de la noche y cuando las cosas se acabaron, iba a esconderme en el bosque que rodeaba a la manada. Esperaba evitar la promesa de Spencer. Llegué al claro cuando escuché a alguien detrás de mí. Me di la vuelta para ver a Spencer con una expresión de pura maldad en su rostro. Era ahora o nunca. Así que corrí tan rápido como pude. No tenía oportunidad contra él, ya que fácilmente me alcanzó y me arrojó al suelo. Estaba enfadado y quería hacer daño. Agarró mi pierna con tanta fuerza que el hueso se rompió fácilmente. No iba a gritar y no le iba a dar la satisfacción. Me propinó algunos golpes en la cara para mantenerme sometida. Empezó a levantarme la falda y a bajar mis panties y en ese momento, no iba a permitir que esto volviera a pasar. Hice lo único que se me ocurrió y grité con todas mis fuerzas.
—Cállate, perra. No hay forma de escapar de esto. Serás mía para hacer lo que quiera contigo.
Continuó dándome golpes en la cara y en las costillas. Estoy bastante segura de que algunas están rotas. Luego fue a mi garganta y comenzó a apretar. Veía estrellas y estaba a punto de desmayarme. Toda la lucha que tenía en mí se estaba yendo. No podía seguir así por mucho más tiempo. Me iba a matar esta noche y ya había hecho las paces con eso. Estaba lista para ver a mis padres de nuevo y para que esta tortura terminara. No quería estar en dolor todos los días. Soltó mi garganta e intenté respirar todo el aire que pude, pero había rasgado mi falda y desgarrado mi camisa y sostén.
—Es lamentable que seas la esclava de la manada porque realmente eres hermosa, Sophia. Si no hubieras matado a tus padres, fácilmente podrías haber sido alguien en la manada.
Solo me quedé ahí y dejé que hiciera lo que quisiera, esperando que me matara. Sus dedos habían entrado en mi cuerpo y estaban empujando hacia adentro y hacia afuera. Respiraba con dificultad y se frotaba contra mi pierna. Podía sentir lo duro que estaba, y sabía lo que venía, pero ya no me quedaba nada. No más pelea, no más ganas de vivir. Era una forma humana de la nada.
Tan rápido como comenzó, terminó cuando él salió volando de encima de mí. Podía escuchar a la gente gritando, pero mi visión se iba oscureciendo lentamente y, honestamente, no me importaba lo que sucediera.
Alguien que no conocía estaba a mi lado, poniendo algo sobre mí mientras la gente seguía gritando. Intentó levantarme, pero dolía tanto que solté un pequeño grito. Rápidamente me soltó y se acercó a mi oído y susurró:
—Niña, sé que duele, pero tengo que levantarte para poder llevarte a recibir ayuda.
—Por favor, déjame y déjame morir. Si me ayudas, te matarán. Pertenezco a ellos —logré decir entre sollozos, ya que me dolía hablar.
Él simplemente rio y me levantó de todos modos. Empezó a alejarse cuando alguien más se acercó a su lado.
—¿Cómo la llevaremos a casa? Trajimos el peor coche para eso —dijo la voz desconocida.
—Tú conduce y yo me sentaré en la parte de atrás con ella. Estoy seguro de que le dolerá subirse allá atrás, pero no sé qué más hacer. No es como si nos prestaran un coche más grande —dijo el hombre que me sostenía.
Estaba entre la consciencia y la inconsciencia en el camino hacia el coche y capté fragmentos de sus conversaciones. Entendí que él morirá, nadie merece esto, y todo el grupo morirá. Esto me hizo tensarme y ellos notaron que volví en si.
—Niña, te vamos a poner en el coche ahora y lo siento, pero va a doler y no puedo hacer nada al respecto. ¿Estás lista? —dijo.
Cuando me llamó niña, el chico a su lado gruñó. Literalmente gruñó como si fuera algo suyo.
El otro chico se detuvo, se quitó su camiseta y se la entregó al que me estaba sosteniendo.
—Ponte esto para que estés cubierta.
Me dejó en el suelo y me mantuvo de pie para que pudiera intentar ponérmela. Grité de dolor cuando mi pierna rota tocó el suelo. Fue suficiente para hacerme perder el conocimiento de nuevo.