Divago por las calles de San Francisco y es que necesito pensar. Las palabras de Paulina dan vueltas en mi cabeza una y otra vez como un eco que nunca se termina. La mujer que yo ame y si, sigo amando a pesar de que intente odiarla con todo mi ser al creer que me había abandonado, perdió la memoria de todo lo que hemos vivido juntos «¿Cómo puedo hacer para recuperarla? ¿Cómo la convenzo de que no se case con Mario?»
Observo la tarjeta que me ha dado Paulina y no dudo en que llamar a Amanda Fernández, su psicóloga pueda ayudarme. Saco el celular del bolsillo de mi pantalón, e ignorando las llamadas perdidas y cientos de notificaciones de w******p felicitándome por el último libro, la llamo. Ella rápidamente responde y yo inmediatamente, le explico quién soy y la relación que tuve con Vera. Afortunadamente la doctora Fernández tiene un hueco en su agenda que le permite que nos veamos en dos horas en su consultorio, algo que realmente le agradezco.
Al llegar a mi piso, al cual he venido para ducharme y luego ir a al consultorio de la psicóloga, me encuentro con mi hermana esperándome al igual que ayer.
— ¿Otra vez Iker? —me reprocha—. Me llamo Carla y me dijo que finalmente te encontraste a Vera ¿Qué excusa te dio la muy cobarde? —me pregunta fría. Yo solamente la escucho y me derrumbo dejándome caer sentado en el suelo, coloco mi cabeza entre mis manos y finalmente todas las emociones se hacen presente haciendo que no pueda parar de llorar. Siento como Caro se sienta a mi lado en el suelo y comienza a acariciar mi espalda—. Iker ¿Qué sucede? Cuéntame —me pide preocupada.
Sin decirle nada, la abrazo y solo dejo salir todas las emociones que tenía acumuladas.
—Hermana... —consigo pronunciar entre las lágrimas—. Vera sufrió un accidente hace dos años. En ese accidente, ella perdió la memoria de lo ocurrido en los últimos cinco años. No se acuerda de mi, no se acuerda de nosotros, y, además, como si esto fuera poco, se casa en un mes... —explico cómo puedo.
Caro se me queda mirando y puedo imaginar que al igual que me paso a mí, le cuesta asimilar lo que acabo de decir.
— ¿Cómo sabes esto? —me pregunta bastante confundida.
—El mundo es pequeño, anoche me fui a un bar, y no recuerdo bien lo que paso, pero termine en el departamento de una de las camareras. Se llama Paulina y ella es quien encontró a Vera el día del accidente, también la ayudo con su recuperación y ahora son roommates. Cuando se dio cuenta que yo conocía a Vera, me conto todo y me prohibió hablar con ella sin antes hablar con la psicóloga que lleva su caso, tengo una cita en una hora y media... acompáñame... ¿sí? —le pido finalmente y su cara es de sorpresa absoluta.
—Dios… Iker, no lo puedo creer. Es que jamás creí que algo así podía ocurrir… Y si, claro que voy contigo. No sé qué decirte... —me responde en medio del impacto que ha generado la noticia en ella.
—No sabes lo mal que me siento, yo odiándola todo este tiempo y ella... no.… es que ella la ha pasado fatal, no sé qué hacer —comento desesperado.
Mi hermana intenta consolarme, pero es prácticamente imposible que lo consiga. Por mi mente pasan miles de preguntas, reproches, y solo puedo cuestionarme «¿Cómo puedo recuperar a alguien que no se acuerda de mí? ¿Cómo si se ha vuelto a enamorar? ¿Cómo hago para volver a ser alguien en su vida? ¿Qué hago con esta historia de los dos que para ella no tiene registro? ¿Cómo le digo que yo era el hombre más feliz del mundo junto a ella y ella era feliz junto a mí?» Son todas preguntas sin respuestas en este momento y me atormentan terriblemente.
[Horas después]
Carolina y yo estamos saliendo de consultorio de la doctora Fernández y el panorama que ella me ha dado no es nada alentador. Vera definitivamente perdió la memoria en aquel accidente hace dos años atrás, su cerebro recibió un fuerte traumatismo que hizo que una región de su cerebro la cual es esencial para el procesamiento de los recuerdos se viera afectada, y por lo tanto causara en ella una amnesia que hasta ahora parece ser permanente. Los recuerdos de lo ocurrido en los últimos cinco años fueron borrados de su memoria y hay muchas posibilidades de que ella jamás la recupere. La doctora fue clara y no ha querido darme falsas esperanzas ya que hace dos años está tratando a Vera y los diferentes tratamientos utilizados no han mostrado ninguna mejoría en ella.
También me ha dicho que por ningún motivo puedo ir y decirle quien soy realmente, hacerlo solo traerá más confusión y podría causarle algún tipo de trastorno emocional, y para ser sincero, jamás me perdonaría si le hiciera daño. Realmente lo único que la doctora me ha aconsejado hacer, es intentar acercarme a ella y mostrarle objetos, fotos, libros, o hacerle escuchar alguna canción que haya sido parte de algo que hemos vivido juntos para ver si ella de esta manera logra recordar algo.
Me siento en el banco de un parque cerca de mi departamento en absoluto silencio, y mi mente es un caos total. mi hermana ya no sabe que más hacer por mí y sé que esto la frustra muchísimo. Caro simplemente se sienta a mi lado y acaricia mi espalda intentando tranquilizarme al igual que lo hacía cuando éramos pequeños y a pesar de los años, cada vez que ella hace esto consigue que yo me relaje y comience a suspirar haciendo que los músculos de mi cuerpo no estén tan tensos, sin dudas es una terapia que siempre funcionara.
Mi mente comienza a darle vueltas a mi pensamiento acerca de cómo un simple gesto de mi hermana siempre ha tenido el mismo efecto en mí, y es en este preciso instante que se me ocurre una idea. Me levanto del banco de manera exasperada y una sonrisa se escapa de mis labios.
—¿Qué ocurre? —me pregunta Caro entrecerrando sus ojos.
—Se me ha ocurrido una idea fantástica —respondo entusiasmado.
Mi hermana sonríe.
—¿Cuál? —cuestiona con muchas dudas.
—Mientras acariciabas mi espalda para tranquilizarme, me he dado cuenta de que sin importar la cantidad de años que pasen ese gesto siempre tendrá el mismo efecto en mí —intento explicar.
—¿Y? —presiona aun sin entender.
—El punto es, que no importa el tiempo que pase hay gestos que siguen teniendo el mismo efecto en las personas. Volveré a conquistar a Vera con los gestos que la enamoraron de mi la primera vez, hare que reviva nuestra historia, esa de la que ella no se acuerda —explico entusiasta.
—Iker, eso está muy bien, pero ella se casa en un mes ¿Cómo harás para hacer que ustedes dos coincidan? o no sé, por ejemplo ¿cómo harás para que acepte salir contigo? —me pregunta con demasiadas dudas.
—Con la ayuda de Paulina, hablare con ella, le rogare que me ayude. No puedo y no quiero perder a la mujer que más ame en mi vida —declaro desesperado.
—Hermanito cuenta conmigo para lo que necesites, pero no quiero verte caer nuevamente, así que es mi deber decirte que puede que no todo salga como tú quieras ¿sabes? —me advierte y sé que lo hace por mi bien, pero al menos debo intentarlo.
—Lo sé —respondo cabizbajo.
Tengo muy claro que hay grandes posibilidades de que mi plan no funcione, sobre todo si ella se ha enamorado de Mario, pero debo intentar hacer que se enamore de mi nuevamente «¿si se ha enamorado una vez de mi porque no pueden ser dos? ¿será que realmente el cuerpo tiene memoria? De ser así su cuerpo debería recordar el mío perfectamente» Sé que tengo poco tiempo para intentarlo, pero hare todo lo posible para recuperar al amor de mi vida. De no hacerlo, no podría vivir conmigo mismo, ella es mi futuro, mi presente, mi pasado y mi “para siempre” en mi vida. Ella fue, es y será simplemente mi todo.