Al día siguiente
Estoy sentado sobre la escalinata que se encuentra en la entrada del edificio donde viven Paulina y Vera, y como no tengo el celular de Paulina, la única manera de hablar con ella nuevamente es esperándola aquí hasta que venga.
Llevo varias horas esperándola hasta que por fin la veo llegar a lo lejos. Ella de a poco va acercándose, y cuando llega a la puerta me mira un poco confundida.
—¿Qué haces aquí? —me pregunta sin más.
—Necesito hablar contigo por favor, ayer hable con Amanda y necesito por favor que me ayudes —le explico en lo que prácticamente es una súplica.
Ella resopla y sonríe.
—Ven, pasa… Vera aún no ha llegado así que podremos hablar tranquilos —responde finalmente y va hacia la puerta de entrada para abrir y que yo la siga.
Siguiendo sus pasos, subimos hasta su departamento y al llegar, ella me ofrece algo para beber, cosa que acepto, y mientras la espero sentado en el sofá. Al poco tiempo, Paulina regresa a la sala y me da un vaso de agua para luego sentarse en el sofá que está justo enfrente de mí.
—Dime Iker, ¿Qué puedo hacer por ti? —me pregunta mirándome fijamente.
La miro un poco avergonzado y sé que primero debemos solucionar algo.
—Primero que nada, quisiera aclarar lo que sucedió entre los dos... —le digo intentando hacer que lo que paso la otra noche no nos confunda.
—Iker, si yo hubiera sabido lo que había pasado entre tú y Vera jamás me hubiera enredado contigo. Así que para mí lo de la otra noche no paso, ¿de acuerdo? —irrumpe y respiro aliviado.
—Que alivio saber que no significo nada, es que... yo realmente amo a Vera —admito un poco nervioso por miedo a que me mal interprete.
—Lo sé, me di cuenta cuando la viste el otro día, ella también se dio cuenta que la conoces —expone sorprendiéndome.
—¿Ella sabe todos los detalles de lo que le paso entre nosotros? —le pregunto un poco preocupado.
Paulina permanece en silencio un instante tal y como si estuviera pensando lo que va a responderme.
—No, solo le dije que te traje aquí porque estabas muy borracho, pero que cuando quise que algo ocurriera entre los dos, tú te quedaste dormido... —me confiesa finalmente.
Sus palabras me hacen sonreír.
—Bueno, supongo que es lo mejor —comento y de repente la cara de Paulina es como de preocupación.
—Iker... yo no sé si deba decírtelo o no —pronuncia y no entiendo de que habla.
«Esta chica realmente me está asustando.»
—Paulina, por favor dime sucede —le ruego.
Ella me mira con ¿tristeza?
—Iker, el día del accidente... es que, si tú y ella se iban a casar, eso quiere decir que... —balbucea.
—¿Qué? ¿Qué quieres decirme? —presiono.
—El día del accidente… Iker... Vera perdió un embarazo ese día —me dice finalmente.
Escucho lo que Paulina me está diciendo, pero es como que si mi mente no entendiera las palabras que ella acaba de pronunciar. Es como que si fuera un idioma desconocido. Me toma unos cuantos minutos reaccionar... «¿Vera estaba embarazada?»
—¿Estaba embarazada? —pregunto mirando a la nada mientras siento que la lagrimas se apoderan de mí.
—Si Iker, lo estaba, lamento decírtelo —me responde mientras se acerca a mi intentando consolarme.
—Cada vez me siento peor. Primero por odiarla pensando que me abandono, y ahora esto... una discusión que tuvo tantas consecuencias —digo en forma de reclamo hacia mí mismo mientras siento que todo a mi alrededor se derrumba poco a poco.
—Iker, tienes que ser fuerte, por ti, por ella... —me alienta mientras sujeta mi mano.
—Lo intento, pero cada vez las cosas se vuelven peor. Necesito tu ayuda... necesito recuperarla... por favor te lo pido —suplico mientras la miro fijamente.
—Yo te ayudare, pero no sé cómo —responde sin soltar mi mano.
La miro a los ojos y mi visión está muy borrosa a causa de las lágrimas.
—Ayúdame a acercarme a ella, a que pueda hacer que vivamos nuestra historia otra vez, a hacer que la pueda enamorar nuevamente —le ruego.
—Cuenta conmigo, pero déjame decirte una cosa —dice con una media sonrisa.
—¿Qué? —pregunto con mi ánimo por el suelo.
—Ella quiere hablar contigo. La ha inquietado mucho que las dos veces que la viste le dijeras o insinuaras que la conocías. Es la primera vez en dos años que alguien lo hace, además... —dice y deja la frase en el aire.
—Además, ¿Qué? —le pregunto desesperado.
—Ella hace dos años que lee tus libros todos los días —me dice con una media sonrisa.
—Todos mis libros están inspirados en ella... —confieso con lágrimas en los ojos—. Antes de publicar mi libro, ella fue quien lo leyó primero... era muy especial para ambos —le cuento.
Ella se sorprende ante mis palabras al igual que yo con las suyas y me da una sonrisa de esas que te animan cuando más triste estas.
—¡¿Ves!? Entonces hay esperanzas… —me dice sonriente.
Ahora sí que empiezo a creer que hay esperanzas, ella me quiere volver a ver, y, además, sigue leyendo mis libros. «Si tan solo ella supiera cuantos de nuestros momentos están plasmados en esas letras» No puedo dejar de pensar en ese hijo que no nació, pero debo ser fuerte, intentar recuperarla, y ahora sabiendo que ella quiere verme para hablar conmigo no dejare de luchar por ella, por nosotros... por nuestra historia. Me pierdo en mis pensamientos hasta que de repente la puerta de entrada del departamento se abre y al mirar hacia allí, la veo a ella, a Vera. Nuestras miradas se cruzan y todo permanece en absoluto silencio por minutos que parecen interminable.
—Hola... —saluda tímidamente.
—Hola... —respondo de la misma manera.
Ella duda por un instante.
—¿Podemos hablar? —pregunta finalmente.
Su pregunta me sorprende completamente, ella quiere hablar conmigo. Estoy totalmente paralizado, pero llego la hora de volver a empezar y no la desaprovechare.