September mordía el bolígrafo mientras veía la pantalla de la computadora. Revisaba los últimos resultados enviados por laboratorio, cuando el recuerdo de la noche anterior la regresó a la lluvia, al calor del beso de Ace, al sentimiento que la embargó cuando él la elevó y la apretó a su pecho. Esa noche la cama se sentía como una piscina, como la gravedad cero, como algo inexistente. Estaba levitando, sentándose sobre una nube. No fue exacto lo que planeó, ni era algo que esperaba, pero sucedió y fue grandioso. Le agradó tomar el control, algo que Ace no esperaba. Ace elevaba las pesas, corría, usaba el saco de boxeo y la cuerda, pero ningún ejercicio lo haría sentirse tan bien como la noche anterior, cuando ella decidió besarlo y ceder ante lo que sentía. Ace no creía que fuese real. Se