Llegada la noche, Blanca y Megan se encontrarían en el centro de la ciudad, donde abundaban muchas personas.
Megan se ve preocupada, sabe que está jugando una vida que definitivamente no debía corresponderle.
Sus emociones son alteradas cada vez que piensa en lo que está a punto de hacer. Su vida dará un giro de 180 grados.
—¿Entonces te casarás con un millonario por tu hijo?— Pregunta Blanca un poco incrédula.
—¡Así es!. Voy a casarme y además también porque resulta que Alicia está embarazada— Confiesa con un peso más sobre sus hombros.
—¿Embarazada?— Pregunta soltando una carcajada.
—¡Si! De un hombre casado.
—¿Casado?. Eso es una locura, ¿Ahora que hará ella?.
—¡No le dirá nada a ese hombre!. Con lo que gane la voy a mantener a ella y a mi sobrino— Finalmente le dice.
La cara de Blanca se arruga un poco al escuchar aquellas ultimas palabras, estaba muy aturdida por lo que acababa de decir Megan.
—No puedes ir por la vida sacrificándote por los demás— Le dice un poco enojada.
—Es mi hermana, no puedo dejarla sola. Además mi hijo también me necesita— Dice Megan al defenderse.
—Tu hermana se metió sola en este problema, ella debe resolverlo, y en cuanto al Niño lo entiendo, pero también te recuerdo que lo has adoptado.
—¡Ya lo se! No te enojes amiga, se que piensas que mi vida depende de ellos, y se también que es así, pero no puedo cambiar las cosas.
Blanca se sentía atormentada por escuchar todo lo que Megan haría por su familia. Aunque no estaba conforme con la parte de su hermana.
Mientras Megan y Blanca caminaban por los alrededores, de repente tres chicos se pararon frente a ellas dos.
Ambas se detienen y se miran, sus corazones empiezan a latir muy rápido, saben que están ahora en problemas.
—Déjennos en paz por favor— Pidió Megan un poco asustada.
—¿Por qué lo haríamos?. Ustedes están solas y nosotros también— Responde uno de los chicos con una sonrisa sarcástica.
—Solo queremos que se vayan y nos dejen continuar nuestro camino— Enfatizó Blanca con miedo.
De repente los tres chicos empezaron a rodearlas en un círculos, no pudieron evitar sentir pánico en aquel momento.
Megan intentó empujarnos pero ellos solo la sostenían y se burlaban de ambas.
—¡Déjennos ir, son un par de mocosos!— Les gritaba Blanca.
Los jóvenes se burlaban, sabían que las tenían en sus manos y eso los exaltaba.
Pero de repente una voz imponente se escucha, una voz calmada pero dominante, además de escucharse perfectamente adorable.
—¡Dijo que la dejen ir!— Dijo aquel hombre.
Los jóvenes se voltearon con risas para mirar a la persona que se había detenido frente a ellos.
Unos de los jóvenes de abalanzó sobre él pero astutamente se supo defender, esto hizo que finalmente aquellos jóvenes salieran corriendo.
Megan se queda asombrada, no puede quitar la mirada de aquel hombre. Pero aún se asombra más, cuando después de mirarla continúa su camino junto a su amigo.
—¿Lo conoces?— Pregunta Blanca al ver su rostro.
—¡Si!. Él es mi futuro esposo, su nombre es Abbel— Confiesa aún en shock.
—¿Lo dices en serio?. Con razón estás decidida a casarte, es que es un bombón, si aún lo estás dudando avísame que yo me postulo, ja— Le dice riendo.
—Ja. Mañana lo iré a visitar para terminar con todo esto, no quiero darle larga al asunto.
La mañana siguiente.
Megan se despierta muy temprano, después de atender a su hijo y tomar un poco de café, se marcha de su casa.
Megan estaba parada en una esquina esperando que un taxi pasara, sin embargo, Antony se detuvo frente a ella y la invitó a subir.
—¡Megan supongo que vas hacia la oficina!— Gritaba desde su auto.
—¡Si! Estoy esperando un taxi— Le responde con amabilidad.
—¡Sube por favor, yo también voy hacia allá!— Le dice con amabilidad.
Megan mira hacia los lados y no ve señas de que un taxi fuera a pasar, por lo que sin refunfuñar sube al auto.
Aproximadamente veinte minutos después, llegaron a la oficina de Abbel.
Megan trataba de ocultar sus nervios, un ojo le palpitaba más de lo normal. Sus cachetes se ruborizaban y eso no podía ocultarlo.
—Buenos días Abbel— Dijo Antony al entrar a la oficina.
Antes de Abbel responder, levanta la mirada y puede notar la presencia de Megan en su oficina.
—Buenos días Megan, estuve a punto de llamarla para que firme nuestro contrato de conveniencia— Expresa sin ningún tipo de emoción.
Antony se retira en silencio de la oficina, esto hace que Megan tome asiento aún sin ser invitada a hacerlo.
—¿Dónde firmo?— Pregunta un poco tensa.
Abbel le muestra donde debe firmar, Megan toma el bolígrafo y se lo piensa dos veces. Quisiera salir corriendo de allí pero no puede hacerlo, definitivamente la mala racha que tiene requiere de sus esfuerzos y sacrificios.
Unos pocos segundos después, Megan había finalmente firmado la documentación requerida.
—¡Por cierto! Quiero agradecerle que nos haya defendido a mi amiga y a mi— Le dice con timidez.
—¡No fue nada! Ni siquiera sabía que era usted hasta que esos payasos se marcharon— Le responde con frialdad.
—Ok…
—¿Podríamos casarnos este sábado?, ¿Ya organizó su vida?— Pregunta con gran ansiedad.
—¡Si! No tengo ningún problema en hacerlo.
—¡Muy bien! Le pediré a Antony que la lleve hasta mi casa el sábado, allí nos esperará el juez civil y por favor lleve sus cosas porque no volverá a su antigua casa— Finalmente dice.
Megan sintió cómo en su corazón había una fiesta de mariposas, pero no era porque amara la situación, sino porque jamás pensó casarse bajo esas circunstancias.