Libro blanco

2670 Words
"¿Y has tenido más de un amo?" Pregunto khalid. "¿Amo?" Dijo Gemory mirando con cara extrañada. "Ahhh... alguien como yo". "No eres mi amo, solo una presa que debo cuidar". Mientras tomaba de su taza con café caliente. "Y sobre tu pregunta, sí" "Oh, ¿quién?", preguntó. "No me acuerdo su nombre, pero es conocido hasta ahora como el alemán genocida". Dijo Gemory entre tanto comía de su pan con hot dog. "¡¿Hit-?! ¿Estuviste con él? ¿Cómo es eso posible?!". Dijo el niño emocionado. "Sí, lo cuide muy bien, no descanse ni diez minutos, fue estresante." "Ja, lamento decirte, pero se murió tu protegido hace más de sesenta años". Tomaba su taza de chocolate. "Esa noticia me impacto, solo me fui de burdel por una hora y PUM no estaba". Alzo sus manos el diantre. "¿Acaso no estoy seguro contigo?" Preguntó enojado. "No, si lo estás, ya aprendí de ese error, no quiero volver a escuchar a Beethoven tocando y gritando por otros mil años, sí que fue un castigo severo... para mí". Tomaba de su taza el demonio. "¿Eso es un disco que solo se toca allí abajo?". "¿Qué? No, los pequeños "diablitos" lo torturaban mientras tocaba, si se equivocaba le mordían el m*****o. Fue divertido por diez años. Río entre dientes. "No le veo la risa, Beethoven fue un músico estupendo". "A comparación de ti, él vendió su alma por completo. Solo para míseros cincuenta y seis años". "Oh bueno, si es lamentable". Se quejó. "Ese fue el castigo que me dieron por distraerme, fue absurdo, hasta podría decir injusto". Una larga plática después de varias dudas sobre teorías y desmintiendo algunas, como el libro de la vida. Gemory no le dijo a Khalid sobre eso, apuesta que le preguntará dieciocho preguntas más esa mañana. ¿Qué es el libro de la vida? O como le dicen allá arriba "La crónica vital" un libro donde está el nombre de todos, demonios, ángeles y humanos, quizá por ahí el nombre de algún delfín, todo ser pensante está en estas sagradas escrituras. Claro que la biblia está primero. Los únicos en ver este manuscrito reverenciado, son los de más alto nivel, los serafines y Dios. Es dejado como un mito este libro y ningún humano lo ha visto, en la gran batalla que paso hace millones de años, Gemory lo vio en plena lucha como un serafín escribía los nombres de los demonios más fuertes para acabar con ellos. Era una ventaja muy grande para ganar el batallón. Era del tamaño de un libro de escuela, de lejos podrías decir que tenía como 200 hojas de grosor. ¿Tan poco para el libro de la vida?, pues sí, tiene un pequeño truco para no pesar tanto, eso no quita todo el contenido que tiene. Ambos mandos decidieron no volver a usarlo, por lo arbitrario que era. Solo Dios y los serafines saben donde está. Eso es lo que todos piensan. Las 11 am, estaba Khalid alistándose para salir a buscar algún trabajo que no pagaría más del sueldo mínimo. Las cosas en Certosa estaban complicadas. Certosa, un barrio en el norte de Génova, tiene una rica historia ligada a la Cartuja de San Bartolomeo di Rivarolo. Enfrenta desafíos de criminalidad y problemas sociales, lo que lo convierte en una de las áreas más conflictivas de la ciudad. Vio de lejos como Gemory sentado enfrente del televisor, nada bueno estaba pasando en la televisión hoy en día, pero no tenía el dinero para pagar alguna plataforma de películas ni el tiempo de ver algunas de ellas, solo paraba tomando alcohol mirando la mancha del techo de su habitación, siempre le llamo la atención, le dieron la opción de repintar aquel departamento antiguo, pero se negó en pintar esa mancha tan "hermosa" parecía una persona montada sobre un caballo. No tuvo nada que decirle antes de irse, suponía que se había cansado después de tantas preguntas. "Ya me voy" Dijo Khalid. No recibió respuesta de su diaño huésped. "Hey, que ya me voooy". Se quejó. "Sí, como sea, vete" Respondió mientras veía la televisión, sentado en el cual parece ser su sofá favorito. Cuando vengas traes más embutidos, se acabó. Gemory tiro a los pies de Khalid una bolsa con envolturas. "Ah, sí" Lo recogió. Antes de darse la media vuelta a la puerta para ya irse, Khalid se negó y lo volvió a mirar Gemory con ojos desafiantes. "No, ¿sabes qué?, necesitamos aclarar unas cosas y llegar a un acuerdo". Camino hasta estar al frente de él, tapando el televisor sin nada bueno. "¿Ahora qué quieres? Estorbas marica". Dijo Gemory mientras movía su cabeza para ver la pantalla. "Hazme caso" Tapando el display con sus manos. "Vamos, esto es en serio". "Ok, ok, ahora que quiere tu jodido culo". Apagó la televisión. "De eso, vivimos juntos y supongo que debemos tratarnos bien o algo así, ¿no crees?". "¿Alguna vez has escuchado que un demonio trate bien a otros? Preguntó de forma sarcástica Gemory. "Ahhh, no. Pero tú puedes ser la excepción. Sonrió fingidamente el niño. "No, ¿pero me dejarás de j***r con estas "quejas" si dejo de llamarte marica?". Suspiró. "No solo marica". "Como sea... ¿Niña?, ahora que veo mejor tu rostro y como te portas pareces una maldita mujer de cuarenta años. Así que te llamaré niña, ¿todo bien niña?". Insinuó el demonio. "Es como marica, pero más suave, supongo que es mejor, no sé, no te olvides que mi nombre es Khalid". "Lo sé donde el principio". "¿Principio? ¿Qué quieres decir con eso? Preguntó la niña. "Estoy cansado de tantas malditas preguntas hoy, ¿Acaso no te ibas?" Se levantó de su sillón favorito y empujo a Khalid hacia la puerta que estaba mágicamente abierta. "Ah, pero, está bien... volveré en la hora del almuerzo". Gritó mientras Gemory cerró la puerta con una patada. "Maldita niña". Se volvió a sentar. Khalid caminó 3 cuadras abajo, sabía que ahí había un puesto que vendía periódicos, buscaba ver qué trabajos estaban disponibles en la zona. De paso le preguntó al viejo vendedor si estaban contratando en algún lugar cerca. "Hmm, en la biblioteca vi un letrero que estaban contratando, puedes ir". Señaló. "Muchas gracias, lo tendré en cuenta, tenga cóbrese por el periódico". Leyó que había un puesto en una juguería, una librería y en una tienda de zapatos en el centro comercial más concurrido de la pequeña urbe. Decidió ir primero a la juguería, aunque él sabía que era pésimo haciendo cualquier bebida menos el café, su madre siempre se servía una taza cada día al despertar y él aprendió hacerlo después de que falleciera, creía que haciéndolo mantenía su memoria. Todo aquel que tuviera el placer de que Khalid le hiciera una taza de café siempre se le escapaba lo delicioso que estaba. ¿Por qué no busca un trabajo en una cafetería? Simple, no creía que bueno en nada por más que se lo digas mil veces. Llegó y entro a juguería, que sorpresa que también hacían pasteles, tenían una muy buena pinta. Preguntó a la cajera sobre el aviso, le dijo que sí, que esperara unos minutos a que la supervisora se desocupara. Se puso a jugar en su celular que apenas tenía batería, se había olvidado cargarlo. Gemory agarró la escoba y empezó a barrer ese departamento que a simple vista se veía que no se había limpiado hace meses. La única forma que limpiaba Khalid era botando las bolsas de basura. Pensó que si viviría ahí, al menos tenía que estar impecable, aquel despiadado, enigmático, corrupto y poderoso demonio odiaba la basura. En esas horas de asear la casa se puso a escuchar música que estaba pasando por la radio, aquella canción era "I wanna be your slave" (Måneskin). Le pareció interesante y llamativa, se podría decir que se identificaba con unos versos, se la estaba pasando bailando y cantando con la escoba. Hizo algo para que esa canción no parará de sonar en la emisora por más de 25 minutos, el tiempo que le tardó limpiar ahora sí llamado "hogar". La presentadora no sabía qué estaba pasando, así que tuvo que dar el comunicado. "Lo lamento queridos oyentes, no sabemos qué está pasando con la reproducción de la música, les pedimos mil disculpas por este gran inconveniente". Qué aburrido pensó, como la gente se atreve a hablar cuando estás escuchando música. De un momento a otro le llegó una llamada a través de su cabeza, tenía que volver al infierno por unos minutos a ver que estaba pasando. Que exhausto que estaba luego de tanto trabajo que hizo, necesitaba sentarse en su sillón. "Espero que no sea en vano llamarme" Dijo Gemory en voz alta por si alguien estaba escuchando "Ahhh bien, maldito padre". Se quejó. Agarro su reloj que estaba siempre en su bolsillo derecho de su pantalón, movio las manillas e indicó la hora "3:33" y desapareció en humo rojo con n***o con un olor a leña quemada. Llegó en menos de dos minutos al infierno, siempre hacía un calor insoportable allí dentro, un olor a carne podrida hirviendo en lava humeante. Caminó hacia un edificio no más de 20 pisos, era de color rojo intenso, con un toque de color n***o y morado oscuro, con una arquitectura parecida a la europea pero con una pinta más exagerada. Gemory veía como almas le tomaban los pies mientras caminaba por pequeñas veredas, rogándole que los ayudara, esto no hizo más opción que patearlas para que no estorbaran. "Déjeme despreciables seres execrables, vayan a torturar a otro que sí les haga caso" Gritó Gemory. Entró al edificio, subió al ascensor y presionó el botón de número 18. No le venía a la cabeza que le diría su "jefe", si estaba haciendo todo lo que le pidió. Piso 18, abrió la puerta que dirigía a un cuarto grande y con lujos, diamantes por todos lados, oro rojo, qué era casi imposible ver uno en el inframundo. Todo eso solo era una fachada para engañar a demonios a que robaran y así matar sin ninguna sanción de por medio. ¿Quién querría matar demonios? Es sencillo, era Belial. "Ohhh, bienvenido hijo mío, ¿cómo está todo allá arriba? ¿Te diviertes?" Dijo mientras caminaba hacia Gemory para darle un cálido abrazo. "¿Todo bien con tu protegido? "Sí ajá, ¿para qué me llamaste?" Respondió Gemory limpiándose el abrigo sin quitar los ojos sobre Belial. "¿Acaso no puedo ver a mi hijo favorito?, vamos, que ese cuerpo humano te queda muy bien". Resaltó. "¿Favorito? Me encerraste con Beethoven por 78 años escuchando su aburrida música de mierda". "Shh, hey, sabes que me gusta mucho Beethoven" Dijo Belial mientras se encendía un cigarro. "¿Qué más pude hacer? Dejaste morir al único capaz de haber causado la Segunda Guerra Mundial mucho antes de la otra, no creas que fue fácil haber manipulado al director para que no lo aceptara en esa escuela de arte. "Ahh ya muérete viejo" Se quejó Gemory dejándose caer en el sillón del lugar. "Ya en serio, ¿para qué me llamaste? "Tienes razón, no te llame para verte" Respondió Belial cuando se sentaba en su silla o más bien su trono. "El libro de la vida". Dijo con voz grave. "¿Qué?" Dijo casi sorprendido Gemory que se movió de lo cómodo que estaba. ¿A qué te refieres con el libro de vida?". "Sabemos donde está, unos demonios se infiltraron en el cielo y se ganaron la confianza, tenemos un plan para robarlo y causar otra guerra en la cual ganará el infierno. Borrando los nombres de los serafines y cronos que protegen el cielo, por supuesto, no olvidando a sus arcángeles. Gemory, mírame, esto es una oportunidad única y solo tienes un trabajo que hacer". Señaló Belial. "¿Yo? ¿Qué carajos tengo que yo ver aquí?, apoyo la destrucción de la humanidad es claro, pero no quiero involucrarme a fondo en esta mierda. Aclaró Gemory levantándose del sillón con ojos firmes. Jódanse no voy a hacer nada, adiós maldito psicópata. Belial agarró a Gemory de la espalda dándole un puño en la cara en cuando Gemory volteo que estaba pasando, dejándolo en el piso tosiendo sangre de gotas negras. Le dio unas patadas mientras agonizaba de dolor, mientras Gemory en ese momento tan doloroso no olvidaba ver el futuro diez minutos después la vida de Khalid. "Me vuelves a hablar así y sabes bien que puedo ahorcarte con tus propios intestinos mientras aún estás vivo, cayendo sobre ti lava infernal". Paró de patearlo y lo levantó suavemente. "¿Quieres escuchar el plan?". Sonrió. "Sí" ... Khalid fue rechazado por todos, no sabía como hacer un jugo de manzana con plátano y dijo que quién comería esa aberración, en la librería le pidieron que se ocupara de ordenar los útiles por orden alfabético, no escucho bien y los ordeno por orden estético, de lo más bonito a lo feo, hizo un desorden que demoraría en ordenarlo casi medio día, por último en la tienda de zapatos lo encargaron de vender los zapatos, lo hizo bien, pero luego vino una cliente irritante que no más de cinco minutos de haber entrado la empezó a insultar por lo gorda y exasperante que era. Lo único que le quedaba era la biblioteca, estaba en la puerta dando un suspiro lento con la esperanza que saliera bien esta cuarta vez. Saludo amablemente a la anciana que estaba en el mostrador y le pregunto si aún estaba el puesto de trabajo, le dijo que sí, pero que primero debía hacerle unas pequeñas preguntas.v "Bien hijo, esto no tardará mucho, espérame un segundo encuentro la hoja" "Sí, está bien" Dijo Khalid "¿Cómo dejaban trabajar a una señora tan vieja en esto?" Pensó. "Oh, aquí está, muy bien, ahora... pregunta uno". Se puso sus lentes con una medida exagerada que parecía un perro chihuahua casi moribundo, la lengua mojando sus labios le daba más el toque de eso. "¿En qué eres bueno muchachito?". "En nada, creo que soy bueno en lavarme los dientes quizás". Recostó su codo en el mesa. "Bueno... ¿por qué decidiste querer trabajar aquí?". "Era mi última opción, en todo los demás me rechazaron". La anciana no sabía que otra cara que poner para esconder su incomodidad, se movió los lentes para disimular un poco". "¿Me estás jugando una broma?" Preguntó la anciana algo molesta. "No ¿cómo cree? Necesito este empleo". "No pienso que estemos buscando un perfil como el tuyo". "¿Nada, nadita?". "No, cariño". Dijo con lástima. "Gracias, igual... ¿Cree que podría ver unos libros? Preguntó Khalid. "Por supuesto hijito" Khalid caminó por los estantes de libros a ver cuál le gustaba más, pero aun pensando que haría si no empezaba a que trabajar, le preocupaba que se endeudara más de lo que ya casi está e irse del apartamento ¿dónde viviría?. Pensado con los ojos al aire y perdidos, un chico vestido de rojo corrió hacia él, empujándolo en el hombro y abandonándolo en el suelo. "¡Hey, tú imbe-!" No pudo gritarle por el silencio que debe haber en las bibliotecas. "Cretino" Se levantó y se limpió su pantalón que de por sí estaba sin lavar y miró al suelo. "¿Y eso? Era un libro con tapa blanca, algo sucia y pesada, de aproximadamente 300 hojas de grosor. ¿Acaso el chico que corrió lo dejo caer? "Dice... Tratados angelicales". Dijo en voz baja Khalid. ¿Y esto? Miro al rededor si lo hacían alguna clase de broma. "A ver el índice... aaa historias ángelicales, muerte y guerra, pactos con ángeles... ¿Pactos con ángeles?"

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