Leandro Mackenzie —Paso por ti esta tarde para llevarte a la cita con el doctor Zabala, ¿entendido? —Katherine rodó los ojos y se acercó lentamente a mis labios. —No necesito un médico en este momento, es una pérdida de tiempo —dijo con irreverencia. Fruncí el ceño y coloqué dos dedos sobre sus labios para silenciarla. —No es cuestión de querer, Katherine Olson. Necesito asegurarme de que estás bien, ¿entiendes? Katherine resopló y me dio un suave beso en los labios. —De acuerdo, pero después del doctor, me llevas a comer. Tengo antojo de algo picante, ¿podría ser comida mexicana? —dijo, tocándose el mentón con un dedo. —Lo que quieras, pero podríamos variar. La comida picante te hace daño para la gastritis. Ella volvió a rodar los ojos. En los últimos días, actuaba más mima