Valentino Briston Terminé la cerveza y dejé la lata vacía sobre la mesa. Mis recuerdos volvieron a aquella maldita madrugada, como un veneno lento que se deslizaba en mis venas. Antonella me observaba, su mirada era acusadora, inquietante como esperando ansiosa mi versión. Sabía que nadie la creería, y menos viniendo de mí, de un hombre que todos consideraban un desgraciado. Pero con ella, con Jennifer... no quería serlo. *Flashback* —¡Eres una maldita puta! ¿Con un chofer, Jennifer? —grité, sintiendo la rabia hervir en mis entrañas—. ¿Ibas a largarte con ese maldito y pobre chofer? ¿Tú? La hija menor de los Mackenzie, la que todo lo puede, la que tiene el orgullo de acero. ¡Zorra! Jennifer miraba por la ventana del auto, con su mandíbula apretada, su cuerpo tenso como si estuviera