La oficina era un caos completo, personas corriendo de aquí allá estresadas por dios sabe qué. Según las secretarias, keith no había llegado a la empresa todavía.
—No es ninguna novedad, suele llegar después de las diez ¿Cuál es el problema?
—¡Los accionistas están en la sala de junta!
—¿Qué? ¿Por qué?
Mierda cuánto más escuchaba, más se estresaba y entendía la razón por la cual todos estaban al borde del colapso. El idiota estaba por firmar un contrato millonaria con los accionistas y si no se presentaba perdieron grandes ingresos.
—No contesta su estúpido teléfono —se estresa —¿Quién llevó su agenda en el día de ayer?
—¡Yo! —entra en escena una rubia —Pero, el señor Mclarens, me ordenó dejarlo solo después de la junta.
Jun suspira con agobio, aquí todos parecían ser inútiles sin ella, si ella hubiera estado aquí el día de ayer las cosas hubieran estado en orden. Ya no valía la pena los lamentos.
—Cuenta ¿Qué paso ayer?
—La señorita María interrumpió a la mitad de la junta.
—¿Y los guardias? —pregunta Jun molesta, la pobre chica biga con la cabeza —De acuerdo, sigue ¿Qué más paso?
—Dijo que estaba embaraza y que el señor Mclarens no quería tomar la responsabilidad —acentúa con desdicha —El señor Mclarens abofeteó a su hijo delante de todos y…
—Está bien —la retiene Jun —Entiendo el idiota salió hecho una furia y no saben nada de él desde entonces.
—Así es —afirma la chica.
Jun toma su tableta buscando el contacto de alguien —¿El grupo de Ian se marchó con él? —cuestiona y la chica afirma con la cabeza.
Ian era su guardaespaldas, su sombra y aquel que se sabía todas sus andanzas. No sé molestó en llamar al mayordomo de la mansión, ni mucho menos estresarse más de la cuenta. Estaba acostumbrada a que Keith le causará problemas.
Al tercer pitido Ian contesta —¿Dónde está tu jefe? —cuestiona Jun sintiendo que la presión se le sube cuando Ian responde que en Iris. Ese hijo de la gran puta se atrevía a estar en Iris haciendo sepa que con una de sus amantes mientras la oficina se caía a pedazos.
—No dejes que se marche, voy en camino.
El departamento iris, es un Penthouse utilizado únicamente por las amantes de keith, al llegar efectivamente sus sospechas eran ciertas keith Mclarens estaba acostado desnudo en la cama junto a una bella mujer de cabello rojizo.
Intento comprimir su enojo, pero estaba furiosa, no solo era lo irresponsable, sino también lo jodidamente egoísta que era esta situación, ella también tenía problemas personales y nunca involucraba a nadie más.
—¡Hey idiota levántate! —la hamaquea —¿Se puede saber qué demonios haces?
Como si fuera un despertador, keith se levantó parpadeando como un príncipe azul, cosa que le dio más rabia a jun.
—¿Willer? —se extraña de verla, ella era una de las que prometió nunca tocar ese departamento.
—¿Qué hace? —se exaspera Jun —Levántese llega tarde a la firma —Jun jala de las sábanas quitándolas de encima. Aparta rápidamente la mirada.
Ambos sujetos están desnudos, los genitales de Keith están lo suficientemente despiertos para darle una idea de su tamaño natural. La chica se despierta gritando como si se tratara de un asesino serial.
—Mierda la firma —se levanta con apuro caminando desnudo por los pasillos.
—Usted —la señala —Salga de aquí, este lugar no es para usted.
—¿Cree que tengo ganas de pisar el mismo suelo que sus amantes? —se burla olvidando que había una amante justo al frente de ella.
La mujer se levanta de la cama mostrando su cuerpo desnudo, casi diciendo «Amante, pero mejor mujer que tú» esta clase de actitud le era incluso vergonzosa para una mujer. La chica camina en cuclillas entrando a la ducha con Keith.
La verdad, ni que quisiera estar aquí, Jun decide esperar en el auto y media hora después aparece Keith con un olor amaderado.
— ¡Toma, es para tu resaca! —Jun le entrega pastillas y una botella de agua.
Keith las toma sin ningún problema.
—Espero que haya disfrutado de su día libre —habla con molestia.
—¡Oh! No se preocupe, fue de lo más agradable —habla haciendo que el dolor de cabeza de Keith aumente.
—Supongo que ese hombre coge bien —se acomodó en el asiento sonriendo con mal gusto —Apuesto a que es un pordiosero de su universidad.
—Deje de hablar idioteces —le entrega otro caso que ella misma preparo. La costumbre hace que Keith se trague el contenido sin preguntar ¿Qué es?
—¿Acaso intentas envenenarme? —habla con el vómito surcando sus glándulas.
—¡Si fuera veneno, no lo hubiera tomado! —Dijo entre risas sarcásticas.
Jun contesta el teléfono y agradece estar llegando al edificio por qué le informan que todos los accionistas ya están en la sala.
—¿Sabes? Siempre supe que era un imbécil, pero nunca pensé que fuera un irresponsable.
—¡Párese broma si viene de usted!
—¿Disculpe? Si habla de lo sucedido ayer, recuerde dos cosas; era mi día libre y si va a culpar a alguien, cúlpese a usted y esa manía de cambiar de mujer cada día. —habla indignada.
Keith observó a Jun, una mujer bella y joven, de cabellos rubios y ojos verdes, además de tener un buen físico, también era alguien prepotente.
—Claro, dejar su trabajo, para ir con un idiota que nunca le dará lo que necesita, se puede considerar irresponsabilidad, aunque ya olvidaba tus andanzas.
—¿Va a comenzar con lo mismo? Pensé que ya habíamos dejado atrás el tema de que no soy una cazafortunas.
La primera vez que keith y Jun se encontraron tuvieron un altercado algo difícil, provocando todo tipo de malentendido entre ellos, al verla vestida de una forma vulgar y con olor a alcohol, keith pensó lo peor de ella, al mismo tiempo que Jun empezó a odiar la actitud arrogante de keith, tal vez fue destino que ambos volvieran a reencontrarse.
—¿Sabes algo? Olvídalo. No tengo intenciones de discutir contigo — Expreso Jun algo exhausta.
El resto del camino trato de ignorar la mirada pesada de keith, Jun le entrego una tableta con los contactos de todos los bancos justo como él le solicitó.
Keith ojeo los contactos con ojos críticos.
—¡No es necesario, olvida el tema de los bancos, mejor llama al abogado que se presente mañana sin falta!
¿Abogado? ¿Tendrá problemas financieros?
Llegando a la empresa, keith empezó la junta directiva, sin embargo, al parecer todavía no había llegado la principal accionista, después de esperar media hora, todo parecía apuntar a que cancelarían la junta.
—Dijo que todos ya estaban aquí —reclama Keith.
—Eso fue lo que me dijeron a mí.
—¡Sr. Mclarens, la Sra. Jan, acaba de entrar en la empresa! — informa la recepcionista.
¿Sra. Jan? Un escalofrío recorrió su cuerpo al ver entrar a su querida abuela a la sala de reuniones ¿Qué demonios hace la abuela aquí? Pensó Jun exaltada.
Después de tratar de esconderse, pensó claramente las palabras de su abuela la noche anterior. Según ella tenía asuntos importantes en EE. UU., para mala suerte de Jun la licitación fue dirigida personalmente por keith, lo que significa que no conocía a ninguno de los accionistas de dicha reunión.
Mierda, si solo hubiera hecho un vistazo a la lista de accionistas, no lo hubiera tomado con tal sorpresa.
Jun intentó salir sin llamar la atención, sin embargo, fue reconocida por el asistente de su abuela.
—¿Srta. Juno? —la llama el hombre con tal asombro de verla en este lugar.
Al escuchar el nombre de su nieta, Jan rápidamente fijo su mirada hacia ella.
—¿Qué haces aquí?— Pregunto Jan sin entender la situación.
—¿Conoce usted a mi asistente, Sra. Jan?
— ¿ASISTENTE? —exclamó jan inaudita.
Lo que queda de la reunión, ambas partes mantienen el silencio mirándose con desagrado y para cuando termina la reunión, rápidamente, Jan se lleva a su nieta a una oficina vacía.
—¡Me parece el colmo que mi nieta esté trabajando como asistente! ¿Por esto rechazaste mi oferta de trabajar junto a mí?
—¡No exageres, abuela! Tengo un trabajo honrado, no entiendo ¿Cuál es tu problema?
—¿Mi problema? ¡Eres la nieta de Jan willer! —se alaba a sí misma —No piensas en la reputación de tu apellido.
—¿Reputación? Acaso es malo que yo trabajé aquí —sentencia Jun inaudita — ¡Ahora serás una socia mayoritaria si lo reflexionas bien, por fin cumplirás tu meta de que yo trabajé junto a ti!
—¡JUNO WILLERS, ACASO ESCUCHAS TUS PROPIAS PALABRAS, TÚ NO ERES IGUAL A ESTAS PERSONAS, ERES DE UNA GRAN E IMPORTANTE FAMILIA, COMO LOS WILLERS, COMPÓRTATE COMO TAL!
El mismo discurso de siempre, apellido, dignidad y otras estupideces —¡Basta de esto, no soy una niña, tampoco soy un juguete tuyo, soy capaz de tomar mis propias decisiones! —se levanta de su puesto—¡Me interesa poco el apellido Willers, si quieres a alguien que acaté tus órdenes por qué no llamas a Jen, después de todo ella también es tu nieta!
Sale furiosa entrando a la oficina de keith, toma asiento en su escritorio y suspira profundo. Odiaba estas reclamaciones.
—¿Jamás hubiera imaginado que eras parte de los willers, aunque ahora que lo pienso tienes su apellido? —expreso keith mientras observaba a Jun hundirse en su escritorio.
—¡Estaría sorprendida si te hubieras dado cuenta, después de todo solo te fijas en las que entran a tu cama! —Dijo Jun intentando tranquilizarse.
No se sentía ofendida, aprendió a conocer a Keith con el tiempo.
Al darse por enterado de los linajes de Jun, keith termino por convencerse totalmente y sin rodeos, dijo.
—¿TE CASAS CONMIGO?
Sorpresivas palabras se escucharon en la oficina, dejando a Jun sin palabras,
—¿Disculpa, que dijo?
—Ya escuchaste ¡Cásate conmigo!
—Uno: no estoy para tus bromas que debo decir que son de mal gusto —habla Jun sintiendo que le falta el aire —Dos: ¿Por qué me casaría contigo? Y tres: déjate de tonterías y ve a que te cojan los demonios.
—¡Que mal educada! —Frunce las cejas —¿En serio eres parte de una familia prestigiosa?
—¡Oye, más te vale explicarte! —cuestiona Jun dándose cuenta de que habla en serio —Hoy ha sido un día muy malo para mí, primero tuve que perseguirte, inclusive tuve que pisar el mismo suelo que tus amantes —enumera con los dedos —Después me topo con mi abuela y por último el mismo imbécil que perseguí me pide matrimonio! —Toca su pecho empujándolo hacia atrás —Lo entiendes ¡No estoy para bromas!
Keith la toma por los hombros sentándola en su puesto —Está bien, pero cálmate y respira, me preocupas.
Después de escuchar la explicación de keith, Jun entiendo dos cosas, uno: keith Mclarens era un demente, dos: los ricos están igual de locos que él.
—¡RECHAZADO! —concluyo, sin siquiera pestañear.
—Al menos deberías pensarlo.
—¿No tengo razón suficiente para reflexionar en aceptar, dices que sería un acuerdo beneficioso para ambos, sin embargo, ¿que podrías ofrecerme tú, qué no sea dinero? ¡Además, yo no podría fingir ser tu esposa! —habla con repudio.
—¡No te ofrezco dinero y tampoco te estoy pidiendo que finjas estar enamorada de mí! —aclara su jefe —No tienes que fingir nada y el acuerdo lo decides tú.
Al principio Jun, creía que solo estaba bromeando, pero al escuchar las palabras tan decisivas de keith, era obvio que hablaba en serio.
—¿Por qué me lo pides a mí? Tienes a media ciudad hablando de ti, cualquiera mujer aceptaría casarse contigo aún más si le ofreces dinero ¿Por qué yo?
—¿Por qué confío en ti? Tú me odias, yo te odio, jamás te aferrarías a mí después del divorcio.
—¡Tienes razón, pero igual no es razón suficiente para casarme contigo! —Jun parecía estar confundida la mirada que keith solía arrojar sobre ella, siempre a Sido confusa.
Al principio paresia ser un malentendido entre los dos, sin embargo, con el tiempo las cosas cambiaron y ambos empezaron a rechazar estar cerca, inclusive su relación se volvió más formal en términos de trabajo.
Al principio keith Mclarens, le pedía todo tipo de cosas desagradables, muchas veces tuvo que soportar verlo con mujeres, sin embargo, con el tiempo este le prohibió la entrada al departamento iris, por alguna razón dejo de estar con mujeres en presencia de Jun, también le prohibió ir con él en la mayor parte de los viajes de negocios.
Después de intentar comprender las razones de keith, decidió rechazar la oferta, Jun poseía problemas graves, un préstamo, su abuela, la universidad y muchas otras cosas más, si aceptaba la oferta de keith, sería mezclar más problemas innecesarios, aún más cuando se trata de keith, después de todo es difícil aceptar sentirse atraída por un hombre el cual nunca a mostrado interés en ella.
Jun analizó la situación toda la noche, sin embargo, no pudo tomar una decisión. Cansada decidió ignorar todo lo relacionado con keith Mclarens y concentrarse en reunir el dinero sin tener que recurrir a su abuela.
Por la mañana siguiente, Jun se preparaba para partir a la oficina cuando el timbre sonó, se trataba de una entrega a domicilio, el hombre pidió la firma de Jun, sin entender, Jun pregunto sobre el paquete, sin embargo, el repartidor no supo qué decirle, al abrir el paquete había documentos, el cual al leerlos, Jun quedó atónita.
Sin más que decir, Jun tomo su bolso y salió furiosa, rumbo a la oficina dónde se encontraba su abuela.
—¿Qué se supone que es esto? Explícame esta tontería —expreso Jun furiosa a su abuela.
CONTINUARÁ…