Rachel
El mundo se detiene cuando Adam se abalanza hacia mí con una velocidad que desafía las leyes de la física. Siento su mordida en mi cuello, un acto tan repentino como impactante. Por un momento, todo mi ser se ve inundado por una sensación inexplicable, como si nuestras almas estuvieran entrelazadas en un vínculo que no puedo explicar. Estoy paralizada, incapaz de reaccionar ante la intensidad de la conexión.
Pero pronto, esa sensación es reemplazada por el puro instinto de defensa. Lo aparto con furia, horrorizada por su comportamiento. ¿Quién en su sano juicio muerde a alguien? Y peor aún..., sin siquiera conocerse. Yo solo admitiría una mordida tierna de mi padre, pero lo que ha hecho este tipo es... ¡es de locos! Mis pensamientos están en caos, incapaces de procesar lo que ac
