Rachel Cansada del caos del día, me sumerjo en la comodidad de mi pequeño pero acogedor hogar y me dejo caer en el sofá. Una sensación persistente de inquietud sigue burbujeando bajo mi piel, como si estuviera en el borde de algo, pero no puedo ponerle nombre. Decido distraerme y relajarme un poco, así que alcanzo el control remoto y enciendo el televisor. Sin embargo, en lugar de buscar una película o una serie, saco mi celular y empiezo a navegar por las páginas web que a veces visito para relajarme. Una reconocida página de pornografía aparece frente a mí, con sus tentadoras miniaturas y sus sugerentes títulos. Normalmente, este tipo de entretenimiento no es mi primera opción, pero en momentos como este, en el que estoy demasiado caliente, a veces encuentro cierto consuelo en su dist