Ariadan Me encuentro encerrado en una celda, rodeado de los sonidos de la noche en la estación de policía. Mis compañeros de celda, dos muchachos que están demasiado drogados como para siquiera darse cuenta de en dónde están, no parecen notar mi presencia. Hay una llamada, un tirón en lo más profundo de mi ser que me hace temblar. Intento ignorarlo, intento mantener la calma, pero cada pulsación, cada latido, parece gritar más fuerte. Es como si mi cuerpo estuviera en sintonía con una fuerza mayor, una fuerza que me impulsa a moverme, a actuar, a encontrar a quien me llama, a encontrarla a ella. Mis dedos hormiguean, y siento cómo mis garras amenazan con salir. Es una lucha interna, una batalla contra mis propios instintos. Intento reprimirlos, pero la llamada persiste, haciéndose má