La siguiente mañana, Emily despertó con el sonido insistente de su despertador. Era el día en que iba a enfrentarse cara a cara con Axel King para hablar al fin sobre lo que parecía ser su único tema en común, la escuela. Y el despertador sonó temprano, justo cuando el sol comenzó a asomarse. Una mezcla de nervios y anticipación invadió a Emily, la hizo moverse como un torbellino por la pequeña casa que compartía con Sophie. Caminó hasta su pequeño armario, intentando elegir algo adecuado para la reunión. Algo profesional, pero no demasiado formal. Emily revisó todas sus opciones, antes de descolgar una blusa blanca del armario. Apenas se la había puesto cuando su codo golpeó la taza de café que había dejado en la mesa. —¡Por el amor de…! —se quejó mientras intentaba limpiar el desastre