La nieve caía con delicadeza sobre el parabrisas del auto de Axel mientras este iba de copiloto, con Carlos manejando en silencio. En el asiento trasero, Sophie observaba el paisaje invernal con los ojos brillantes de emoción, mientras Emily permanecía tensa junto a ella, con la vista fija en el camino. Habían salido del orfanato pocos minutos atrás, prometiendo regresar al día siguiente con las decoraciones para el árbol, y Axel, en un gesto que comenzaba a ser recurrente, insistió en llevarlas a casa. Cuando el auto se detuvo frente a la modesta casa de Emily, Sophie giró emocionada hacia Axel. —¿Quiere pasar? —preguntó la niña con una mirada cálida. Emily abrió la puerta del vehículo rápidamente, intentando cortar la invitación de raíz. —No creo que pueda, Sophie. Seguramente el seño