El pueblo entero despertó en la mañana con una emoción palpable en el aire. El Festival Anual Navideño era una tradición esperada por todos, una celebración que marcaba el comienzo oficial de la temporada festiva. Desde el amanecer, las calles se llenaron de actividad: familias enteras decoraban los escaparates de las tiendas, los jóvenes colgaban luces en los postes y los niños corrían emocionados mientras los adultos ultimaban los preparativos. En la plaza central, el gran árbol navideño dominaba la escena, adornado con cientos de luces que esperaban el momento de ser encendidas al anochecer. Guirnaldas y cintas rojas decoraban los bancos y barandales, mientras coronas de pino adornaban las puertas de las casas cercanas. El aire olía a pino fresco, galletas recién horneadas y canela. M