Después de terminar retozando en el jardín de juegos con los niños hasta el cansancio, quise irme a dormir. La noche anterior había estado larga y se me cerraban los ojos, llegué a la habitación y quise sentarme un poquito en la cama para enfriar mi cuerpo antes de ir a la ducha para sacarme el sudor, pero me venció el agotamiento y caí rendida. En los últimos meses había podido dormir lo suficiente, cuando trabajaba en el club dormía tres o cuatro horas en la madrugada y en la tarde aprovechaba las dos horas para una siesta de treinta minutos. Estar con Britney había resultado muy agotador, porque un hombre con tres rondas ya estaría devastado, sin embargo una mujer podía tener tantos orgasmos cómo le provoquen y ella era algo intensa. Desperté para cenar y para pintar mis uñas de rojo