Tess. Después de vender las acciones de la compañía, disfruté cada segundo de los dos días siguientes, donde vi por televisión cómo sacaban a Nate de las oficinas cuando se rehusó al cambio. Los nuevos dueños, quienes compraron mis acciones, por voto mayoritario no necesitaban de su aprobación para los cambios porque ganaron sin siquiera intentarlo, así que cuando comenzó la demolición de nuestras oficinas, Nate se rehusó a salir y eso fue una vergüenza nacional. Con una copa de vino en mano fui testigo en primera persona de la caída en picada de nuestra empresa y quizás, de no haber terminado tan mal, me habría sentido triste de ver cómo destrozaban cada una de las paredes, pero no fue así. Todo valió la pena al ver a Nate destrozado, al saber que su trabajo se fue al carajo igual q