Nate. El licor baja por mi garganta como si se tratase de lava por la forma en que arde. Ya perdí la cuenta sobre cuántos tragos llevo bebiendo porque ya no me importa. No tengo que rendirle cuentas a Tess sobre todo lo que bebí y esa misma libertad es la que me lleva a pedir otra copa al servicio de la casa de mi madre. Es el único lugar donde podíamos quedarnos después de que la loca de mi ex incendiara nuestra casa. Mierda. Pensar siquiera en el nombre de Tess me vuelve completamente loco. Después de todo lo que pasamos, ella se volvió en mi contra de una forma en que jamás hubiera imaginado. Vender parte de la compañía fue un grave error. Un error tan grande que solo puedo intentar recomponerme al abrir una nueva sucursal porque al menos llegué a traer conmigo algunas cuentas a