No lo había olvidado. Aquella noche, en medio de una celebración de etiqueta cuyos invitados eran no menos que el gobernador, su familia y la alcaldesa del pueblo, sumado a esto toda la élite de empresarios, yo me sentía encantada, al fin tendríamos Tommy y yo una celebración digna de ser presenciada, yo me alegraba por él, que era invitado especial de uno de los dueños de aquella industria petrolera a la cual le gestionaba la contabilidad. Le habían aconsejado llevar algún acompañante y fue a mí a quien concedió el honor. Tenía tiempo sin usar vestido, y esa noche me coloqué uno n***o de lentejuelas, ajustado en la cintura con corta falda de volantes, mientras arriba me dejaba los brazos al descubierto, menos el pecho y el cuello, cero escotes. Él, por otro lad