Recuerdo con mucha claridad la última vez que fui a un psicólogo, luego de que a mis ocho años, de paseo en bici por las calles de mi ciudad natal, en un lugar un poco despoblado divisé a lo lejos algo semejante a una bolsa de basura al pie de un bote de desperdicios. Los perros intentaban romper ese saco n***o y no habría hecho caso de no ser por la pelea que emprendieron en el cual un cachorro callejero salió mal en esa riña por una parte en aquel premio, no me gustó, así que dejando mi bicicleta en el suelo salí corriendo hasta ellos para ahuyentarlo del minúsculo perro que también salió corriendo al verme. Ya me iba a ir, pero esa bolsa que tenía a poca distancia de mi me obligó a mirarla, entonces vi que estaba rota debido a las mordidas y sacudidas de los animales que hab