Estábamos en un modesto pero costoso restaurante a las orillas de la ciudad, el lugar estaba al aire libre con un lago justo al lado, a lo lejos divisaba la existencia de un muelle en el que una familia reía y tomaban fotografías. Volví a tomar un sorbo del café que tenía en mi taza, mientras GianPaolo hacía lo mismo con el suyo, la temperatura no era fastidiosa puesto que la briza que movía mis cabellos de vez en cuando, se llevaba cualquier vestigio de vapor que hubiera en el ambiente a pleno medio día. —Aquí tienen la orden —habló el mesonero colocando ante mí un plato con espagueti a la boloñesa mientras frente a mi compañero un plato de arroz con bistec de ganado y algo de vegetales. Ambos habíamos apartado nuestras tazas para darle cabida a nuestro almuerzo ante la mesa