La briza movió mis cabellos de nuevo, podía decirse que había tranquilidad entre ambos. Con lentitud, y porque no encontraba algo más qué hacer para evitar mirarlo a los ojos, envolví más espagueti en el tenedor. —Entonces... ¿Cuál es tu historia? —pregunté con timidez. La briza meneó sus cabellos también. Exhaló. Y después de una prolongada pausa comenzó. —Cuando tenía cuatro años de edad y ya comenzaba a tener uso de razón y consciencia, mi madre murió por culpa de una bala perdida —disimulé la lástima que sentía por aquello—. Venía de trabajar como vendedora en una farmacia y se cruzaron en su camino dos bandas en pleno enfrentamiento, yo estaba en nuestro lugar de residencia entonces. Sólo recuerdo aquellas personas que fueron a buscarme, no sabía quiénes e