GianPaolo me había llevado de regreso a casa, en el transcurso del pequeño viaje en su auto hablamos de varios temas en los que yo prestaba atención plena, luchaba con todas mis fuerzas por no distraerme con aquellos pensamientos sanguinarios que atormentaban mis sueños también. —Ya está —dijo con calma mientras el reproductor hacía sonar un rock clásico a bajo volumen—. Llegamos. Vi la residencia erigirse a un lado de nosotros mientras el auto era detenido al frente de la fachada principal. > pensé al mirar otro auto estacionado delante de nosotros, gesticulé a causa de ello y resoplé apenas. Sin embargo el hombre al volante se dio cuenta. —¿Pasa algo? —quiso saber con una muda alarma en sus pupilas. —Es Robert —dije conteniéndome de mostrar