25Aunque la señora Jennings acostumbraba pasar gran parte del año en las casas de sus hijos y amigos, no carecía de una vivienda permanente de su propiedad. Desde la muerte de su esposo, que había comerciado con éxito en una parte menos elegante de la ciudad, pasaba todos los inviernos en una casa ubicada en una de las calles cercanas a Portman Square. Hacia ella comenzó a dirigir sus pensamientos al aproximarse enero, y a ella un día, repentinamente y sin que se lo hubieran esperado, invitó a las dos señoritas Dashwood mayores para que la acompañaran. Elinor, sin observar los cambios de color en el rostro de su hermana y la animada expresión de sus ojos, que revelaban que el plan no le era indiferente, rehusó de inmediato, agradecida pero terminantemente, a nombre de las dos, creyendo est