Manejó en silencio hasta mi casa, se aparcó cerca de la gran reja metálica. –Te contaré una historia, pero solo lo haré porque te ves muy mal…–exclamé mientras asentía con la cabeza, lo dije con un tono amenazador, como si no fuera a hablar de este tema jamás. Espero no arrepentirme de esto más tarde. –¿Qué tipo de historia? –cuestionó lleno de extrema curiosidad. –Guarda silencio y lo sabrás. –reprendí. Ordené mis ideas, y me mojé un poco los labios. –Usaremos tres variables como en álgebra: “La chica A”, “la chica B” y “el chico C” –enumeré con los dedos. Se veía más confundido que nunca, estoy segura de que piensa que soy una loca adicta a las matemáticas y que al fin he perdido el juicio. Porque lo siguiente que iba a contar era una fusión de mi amor por esa ciencia en combinaci