–¿Qué veremos hoy? –escuché una rotunda voz acercarse a mí sin tomarse la molestia de saludar. Quedé petrificada ante su frialdad. Ni siquiera se detuvo a mirarme ni por un instante. ¿Estaba tan enojado? Me acomodé en mi silla y decidí ser profesional y directa. El mensaje había sido claro, sus intenciones solo eran concretar la lección de estudio y salir de ahí a como de lugar. ¿Tanto me había odiado? Traté de concentrarme y no quebrarme frente a él. Su indiferencia dolía, los encuentros que se suscitaron después fueron meramente educativos, no dialogábamos de nada más que no fuera meramente académico y las tardes en “Denisse Cake” se perdieron para siempre; eso me destrozó de sobremanera, me sentía muy triste y deprimida, pues si bien mi intención no era emparejarme con Cedric, tamp