O eso pensé de manera ingenua, Cedric tenía un club de fans entre las chicas del colegio, se trataba de un grupo de niñas que no se perdían jamás ningún partido suyo, siempre estaban tratando de llamar su atención y no se veían muy complacidas de que la chica más nerd y tímida del instituto estuviera acaparando todas las tardes a Cedric Lennox. Me veían como una chica totalmente simple y lejos de tener algo de especial, me tachan de aburrida.
La más loca del grupo, se había proclamado a sí misma como la: “Presidenta” del club de fans de Cedric Lennox su nombre era: Shannon Curt.
Un desalmado chisme se precipitó a transitar: “Cherry Olsen está enamorada de Cedric Lennox y pretende engatusarlo con aquello del tutorado” como todo falso rumor… tenía una parte de verdad y otra de mentira.
El chisme, plagó el colegio de manera apremiante, no había nadie que lo desconociera o que no se hubiera enterado. Lo murmuraban en los baños, en las canchas de futbol, dentro y fuera de los salones de clases, por r************* …
Evidentemente yo no estaba enterada aún, era una completa ignorante de la bola de nieve que me esperaba para demolerme.
–¿Qué les pasa a todos? –me cuestionaba al sentir sus lastimeras miradas pegarse a mi pasar.
Al parecer Nichole y Asher tampoco sabían del chisme, y les incomodaba tanto como a mí las reacciones de mis compañeros.
Salimos al descanso, mientras caminábamos a la cafetería platicábamos. Ese día había olvidado tomar mi almuerzo del desayunador, así que me acercaría a la barra a pedir algo para comer. Había minuciosos murmullos, miradas penetrantes, risitas molestas.
Decidí ignorarlo y seguir con mi vida, quizás solo eran ideas mías.
Pedí mi almuerzo y sujeté la bandeja con comida en ella, creo que era estofado y un poco de pudin como postre. De manera torpe y descuidada me giré sobre mis talones, debo admitir que sí me encuentro un poco nerviosa.
–¡Auch! –exclamé mientras me quejaba por el choque. –¡Lo siento! –grité intentando disculparme con la chica a la que le había embarrado la comida.
–¡Has arruinado mi uniforme! –chilló la linda pelirroja.
–Lo siento en verdad, si me lo proporcionas puedo ver que se te arregle. –afirmé intentando enmendar mi error y procedí a acercarme a ella para que se reincorporara.
–¡No me toques! ¡No me agradas! –exclamó con desdén mientras apartaba mi mano con un golpe de muñeca.
Yo eché un paso hacia atrás, me había tomado desprevenida.
–¿Cuál es tú problema? –reclamó mi sobreprotectora amiga Nichole. –Ofreció lavarlo y se disculpó, no tienes porqué ponerte de esa manera, no fue su intención. –reclamó mi amiga.
–¡Claro que no fue su intención! –manifestó con mucho sarcasmo la chica pelirroja.
–¿De qué hablas? –murmuré porque sentía que había un trasfondo en sus palabras.
–¡De seguro tampoco fue su intención ser la tutora de Cedric Lennox! –gritó la chica de rojos cabellos, su cara estaba enrojecida y las pecas de su rostro se hacían más prominentes a sus gestos. –¡Seguramente tampoco era intención suya pasar tanto tiempo con él por “estudio"! –siguió atacando. –¡Y de seguro tampoco es su intención querer engatusarlo porque está enamorada de él! –bramó con tal fuerza que se quedó sin aire.
Quedé estática a sus acusaciones. Esto no podía estar pasando. Sentí que perdí el aire y que el mundo giraba de manera veloz, era una pesada sensación la que se había apropiado de mi estómago. Todos a mi alrededor se reían y me señalaban, podía ver sus gestos llenos de burla y mofa. De pronto pasó, en una cercana mesa estaba Cedric sentado con sus amigos, tenía la boca abierta de la impresión y lucía bastante enojado con la situación, podía saberlo por su ceño fruncido.
No pude más con la vergüenza y salí corriendo de la cafetería a la brevedad. Sin poder controlarlo, comencé a llorar.
–¡Cherry! –gritó Nichole y Asher, porque habían visto la carrera que hacía echado con la cara empañada en lágrimas.
–¡Escúchame bien, Susan! ¡Cherry no es de ese tipo de chicas! –intentó aclarar mi linda amiga, pero era demasiado tarde.
Benedict, mi primo, apenas estaba ingresando a la cafetería así que, no logró enterarse de casi nada.
–Iré a buscar a Cherry. –exclamó Asher.
–Déjala sola por un rato…–exclamó Nichole, pero él no se veía muy convencido de esa respuesta.
Corrí hasta una zona desierta en la escuela, tenía ganas de perderme, de dejar de escuchar sus molestas risas, de olvidar los gestos de burla en sus rostros. Pero lo que verdaderamente más me hería había sido la expresión Cedric al escuchar esa declaración, en sus ojos había un gesto de disgusto y desagrado, continúe llorando hasta que logré calmar mi agitación.
Apresuré el paso, aceleré la marcha de mis piernas; deseaba con todas mis ganas perderme… y olvidar lo ocurrido… sentía desgarrado el pecho y la escena me apuñalaba mis pensamientos… cerraba los ojos y veía sus zafiros azules sobresaltados, sus hermosos ojos azules, maldición… era un secreto, un maldito secreto… él jamás debía enterarse que estaba perdidamente enamorada de él, él jamás debía saberlo… ¡Nunca! Sentía mi pecho apretarme, afligirme las entrañas.
Llegué a casa devastada, ¿Quién había corrido ese falso rumor? No había forma en la que yo eligiera a mi tutorado, había sido una situación al azar, además de que nunca pretendí seducir a Cedric. ¿Cómo podría? si soy tan tímida cuando se trata de situaciones del corazón, definitivamente esas no habían sido mis intenciones.
Me rendiría, esto me sobrepasaba, no quería ser objeto de burla, eso solo destrozaba mi confianza y autoestima. Al diablo la maldita beca, mi paz mental era más importante.
–No puedes rendirte ahora. –me regañó Benedict bajo el umbral de mi habitación, ni siquiera lo escuché entrar.
–¿Qué haces aquí? –rezongué mientras me cubría la cara con las sábanas y ocultaba mi rostro enrojecido por el llanto, guardé la carta que estaba escribiendo para Mr. O´Ryan en donde me disculpaba por no poder a completar el programa de tutorías.
–Tan solo he venido a prevenir que hagas una estupidez. –afirmó. –No puedes rendirte solo por culpa de un estúpido rumor. –me aleccionó.
–Pero Ben…–susurré mientras mis ojos se empañaban nuevamente.
–Cherry…–se acercó a mí. –Eres tan maravillosa y fuerte. ¿Recuerdas tu sueño? Las has añorado por años, y estas tan cerca de cumplirlo, ¡No puedes dejar que te venza un grupo de niñas tontas! –afirmó mientras acariciaba mi cabello, entonces, comenzó a trenzarlo, Benedict era como el hermano mayor que nunca tuve, siempre era paciente y amable conmigo.
–¿Pero… y si Cedric ya no quiere que le ayude? –cuestioné con mis ojos llorosos.
–¡Claro que querrá! ¡Es un cabeza de chorlito y tú has hecho un fantástico trabajo como docente! –me apretó las mejillas con suavidad.
–Pero…
–¡Cherry! ¡Cree en ti! En lo valerosa y fuerte que eres, rebaza este obstáculo y saldrás triunfante de esto, te lo aseguro. –exclamó con una sonrisa que me dio infinita confianza y tranquilidad.
Lo abracé contra mi pecho y él acarició mi cabello ahora trenzado.
–Gracias Ben…–susurré con mi cara pegaba a su torso.
El sermón de mi grandioso primo me había dado una inyección de valor, estaba dispuesta a todo para poder concretar esta misión.
Llegar a la escuela se tornó pesado, todo el mundo me observaba de mala manera. ¿Pero que no tenían otra cosa que hacer? Mantuve la mirada en alto, no dejaría que me vean perjudicada por sus horribles intenciones y sus maléficos prejuicios.
Entonces, pasó algo maravilloso, Nichole me sujetó de la mano mientras caminaba a mi velocidad, y un instante después estaba Asher a mi otro costado dándome confianza y regalándome una matinal sonrisa. Con ellos de respaldo, me sentía una verdadera conquistadora.
Las clases al fin concluyeron.
Pero oh cielos, hoy tenía sesión con Cedric en la biblioteca, solo faltaban unas pocas para concretar todos los temas de álgebra. Estaba muy nerviosa.
¿Cómo debía comportarme? Me cuestioné a mí misma mientras lo esperaba, jugaba con mis manos.