El día de la graduación
La mañana comienza estando los Adara y yo acotadas en la cama de Ji-Ho, mientras él prepara el desayuno. Lo sé porque el sonido del cuchillo cortando sobre la tabla de picar, es lo que me despierta de mi magnífico sueño.
— Buen día, dormilona — me saluda Ji-Ho desde la cocina.
Su apartamento, es bastante pequeño, por lo que, desde la habitación, se puede ver la cocina. Según él, el que sea así su pequeño departamento, le hacía sentir en casa. Esa casa que desde hace años no visita.
— No soy dormilona. Eres tú quien madruga mucho cuando no es necesario — susurro aún con sueño.
— Son las diez de la mañana. Claramente no es temprano. — me responde y yo sonrió.
— No te sorprenda que me despierte a este horario cuando nos quedamos dormidos pasado las cinco de la mañana.
Adara fue la única de los tres que bebió licor. Claramente yo había prometido no beberlo y Ji-Ho tampoco quiso por sus propios motivos, así que, ella es la única que bebió y nos exigió permanecer despierto toda la noche para no perder el tiempo que tenemos juntos, durmiendo. Ya que, como todos sabemos, al ser hoy el gran día, estaremos todos ocupados con nuestros propios preparativos. Por lo que, no podremos vernos hasta el momento de la ceremonia.
— Lávate la cara y ven a desayunar. — me dice Ji-Ho y yo asiento.
Mientras estoy en el baño, escucho los quejidos de Adara maldiciendo su existencia como siempre lo hace un día después de haber bebido. Pero eso no impide que deje de hacerlo, después de todo, ella dice que no dejara de hacer lo que le gusta aunque al día siguiente este muriéndose. Cuando salgo, ya me encuentro a Adara tomando la milagrosa sopa para la resaca de Ji-Ho mientras se arrepiente de vivir. En silencio, los tres desayunamos y nos despedimos para la agotadora y ocupada tarde que nos espera.
Adara y yo nos marchamos al spa. Donde nos consienten para la tarde tortuosa que nos espera. Ya que, después de los masajes relajante, venía la depilación dolorosa, las horas sentadas esperando el cepillado y los moños que parecen sencillos, pero llevan miles de piezas que hacen doler la cabeza. Son mencionar el maquillaje complicado y la depilación de cejas.
El tiempo pasa y almorzamos en el spa mientras mi madre llega tarde como siempre. Mientras ella esta recibiendo los masaje de los que recién salimos, nosotras estamos almorzando mientras esperamos nuestro turno en la peluquería.
Estando en diciembre, específicamente el siete de diciembre, las peluquerías están llenas por los grados y la noche de velas que muchos celebran en este lugar. Por lo que, nos toca esperar bastante. Al llegar nuestro turno, los jalones, el ardor de la cera y demás no se hacen esperar. De las dos, Adara es quien más sufre al tener resaca. Pero claramente el mayor dolor que causan es a mí, quien, con cabello rizado, debe recibir jalones de pelo constantes debido a mi cabello rebelde.
La tarde pasa rápido con mi madre y Adara. Por lo que, cuando queremos ver la hora. Ya son las siete de la noche y nuestros maquilladores apenas llevan la mitad del mismo. Mi madre, quien estaba retrasada, se desespera al ver la hora y que la ceremonia comienza a las ocho de la noche. Es decir, tenemos una hora para estar listas y en el salón donde se realizará la ceremonia. Por ende, estamos retrasadas. Afortunadamente, la toga, zapatos y todo lo que necesitamos, está aquí o sino, estaríamos en graves problemas.
Todos corren mientras nos vestimos y mi madre llama a mi padre que aún no llegan para llevarnos. Adara, quien no tiene padres y su hermano está en la cárcel, no cuenta con nadie para un día como hoy. Así que, será mi familia y la de Ji-Ho quien representará a sus padres en este gran día. Por lo que, si mi padre aún no ha llegado, ambas vamos a llegar tarde.
— No puedo más con su impuntualidad. Vámonos, Adara — le digo frustrada porque ya estamos listas y mi padre aún no llega.
— Yo me quedaré a esperarlo — responde mi madre y yo asiento.
Ambas salimos del lugar, desesperadas porque ya son las ocho y apenas estamos saliendo del lugar.
— Siempre pasa lo mismo con mis padres. La impuntualidad es su sello de distinción incluso en un día como hoy. — comento frustrada mientras subo a mi auto y lo enciendo.
— Créeme que si ellos llegaban temprano hoy, podría asegurarte que no son tus padres — se burla Adara.
Ella, conoce a mis padres desde el primer día que entré a la academia. Claramente desde el primer momento, noto lo impuntuales que son y ello lo reafirmó, con las veces en que quedamos a cenar con ellos y llegaban a veces después de una hora acordada. Ellos son así y por más que se les pida puntualidad, no cumplen.
— Tienes razón. — susurro saliendo del parqueadero rumbo al salón. Mientras conduzco, mi teléfono suena — esta en el bolso — le digo a Adara — ponlo en el soporte y así podremos escuchar bien los regaños de Ji-Ho. — comento y Adara hace lo que le pido sin extrañarse porque lo que dije fuera verdad.
— ¿Se puede saber donde están las señoritas? — pregunta Ji-Ho claramente molesto
Para Ji-Ho, la puntualidad es importante. Él al igual que su familia, son muy puntuales y si creen que no pueden llegar a tiempo, informan una hora antes para que uno tenga conocimiento de que tardarán un poco más. Lo cual, es muy distinto a mis padres.
— Ya vamos en camino — responde Adara.
— Espero que estén cerca del salón, porque ya todos estamos entrando para sentarnos en nuestros respectivos puestos. Así que, dense prisa o no las dejaran entrar ¿De acuerdo?
— Esta bien — decimos ambas y cuelgo.
La academia es muy puntual en todo. Si ellos dicen que algo comienza a las ocho de la noche, es a esa hora. Ya que, para ellos un minuto tarde retrasa todo y muestra el poco profesionalismo y seriedad de su parte. Por lo que, todo lo hacen puntualmente. Lo que quiere decir que, si no nos apuramos en llegar a l salón, no podremos entrar. Porque una vez que cierran las puertas. No la abren hasta que todo termine.
— Si ya están entrando, tenemos menos de cinco minutos para pasar estas diez calles y llegar al salón corriendo. — anuncia Adara.
— Eso es justamente lo que haremos — anunció y con ello, Adara se quita sus tacones.
Decidida, aceleró más y avanzo sin temor a perder la vida ante esta locura que me toca hacer por esperar a mi padre. Los minutos pasan y finalmente llegamos al salón donde no parqueo, sino que, bajo del auto y corro con mis tacones altos hacia las escaleras que nos llevan a la entrada del lugar. Cuando llegamos a la puerta, bloqueo el auto para después avanzar corriendo hacia nuestro salón y llegar a mi puesto. Debido a que nos ubican por la primera letra del apellido, soy una de las últimas entre mis compañeros, al igual que Adara. Pero claramente pasamos vergüenza al tener que pasar por los padres puntuales que llegaron antes que nosotras quienes somos las que nos graduados hoy.
De las dos, soy la primera que me siento y no lo hago porque tenga que sentarme primero que Adara, sino porque aún corriendo ella sin tacones, su físico y resaca no le ayudan a avanzar como desearía en estos momentos hacerlo. Adara finalmente llega a su asiento, claramente sudada como yo lo estoy y con sus zapatos en las manos. Pero afortunadamente llegamos.
— Jamás volveré a esperar a tus padres para alguna cosa. Acabé de sufrir mucho gracias a mi resaca y esta actividad física que va muy en contra de mis hábitos no saludables. —se queja.
— Debieron llegar antes, aunque el padre de Charlotte prometiera llegar temprano. Casi no entran por esperarlo — nos regaña Ji-Ho quien esta sentado frente a nosotras.
Debido a que en la academia nos ubican por carrera y los pilotos somos pocos, aunque Ji-Ho sea Choi, solo queda frente a nosotros y Adara que es Roy y yo Yuen, quedamos sentadas juntas. Ya que, entre nosotras no hay otro graduado. En realidad, el día de hoy solo se graduaran veinticinco pilotos, por lo que somos un pequeño grupo en comparación de los demás graduados. Lo cual, juega en nuestra contra al ver como nuestro director de carrera nos ve mal.
— Sin duda, nos regañaran por esto. — susurro y Adara asiente.
— Quedaremos para la historia, porque nos tomaron una foto mientras corríamos — se queja Adara y yo abro mis ojos ante el asombro.
— Oh, no.
— Oh, sí. Prepárate para el anuario. Porque sin duda, estaremos allí.
— Concéntrese en la ceremonia, par de cotorras — nos regaña Ji-Ho y nosotras rodamos los ojos.
Cuando llegamos, ya habían avanzado bastante en la ceremonia. Por lo que, comenzamos a escuchar los himnos y las palabras de cada representante para posteriormente pasar a escuchar el discurso de Ji-Ho, quien al ser el mejor de todos los estudiantes, será quien de las palabras en representación de los estudiantes.
— Hacemos un llamado al señor Choi para escuchar su discurso estudiantil
Ji-Ho, es el mayor de todos los estudiantes y es quien tiene tanta preparación que a nadie le resultó extraño que fuera él quien diera el discurso estudiantil. Cuando él es el claro ejemplo de excelencia y orden. Ji-Ho nunca llega tarde a un lugar, nunca ha cometido algún error en su trabajo, ni estudios, como tampoco ha sido grosero. En pocas palabras, Ji-Ho es todo lo bueno que esperan de todos nosotros. Por lo que, es él quien debe darnos el discurso que seguramente todos amaremos.
Ji-Ho se levanta de su asiento y camina con la elegancia que lo caracteriza llevando de todos los aplausos que siempre merece. Mientras él camina a la tarima, yo miro a mi alrededor para ver si mis padres o Zac lograron llegar a la ceremonia. Pero no veo a alguno de ellos por más que los busque. Como algo normal, mis padres no llegaron a tiempo. Pero lo que me resulta extraño es que Zac no haya venido. Después de todo, él no es impuntual como mis padres, así que, de algún modo es extraño y un tanto decepcionante que no esté aquí.
En mi búsqueda infructuosa, logro encontrar a los padres de Ji-Ho quienes me saludan y yo me inclino ante ellos con respeto.
— Charlotte, no los busques. Ambas sabemos que lo más posible es que aún no haya llegado tu padre a buscarnos. Así que, si vienen, solo llegarán cuando ya todo haya terminado.
Decepcionada asiento. Claramente no es la primera vez que esto pasa. Con cada evento escolar, siempre llegábamos al final por sus retrasos. Por lo que, si hubiese perdido esta ceremonia, no sería extraño para mí. Sin embargo, de algún modo me genera malestar estar aquí sola cuando ellos pudieron poner de su parte y llegar por primera vez en su vida, puntuales.
Suspiro frustrada, al comprender que este momento no será la excepción. Así que, decido no pensar en ello y recibir la mano que Adara me da. Debo no mostrarme mal por ello cuando Adara esta aún más sola que yo y me muestra su sonrisa. Por lo que, no debo pensar en esto que sabía que pasaría y debo disfrutar este momento. Además, ver a Adara ponerse los zapatos con una mano mientras sonríe a Ji-Ho que nos observa con ganas de regañarnos, se ve muy chistoso.
Claramente en nuestro grupo, Ji-Ho es el padre sobreprotector y que nos da muchos regaños. Adara es la loca y niña rebelde de la que siempre nos preocupamos y yo soy la parte neutra de los dos. Después de todo, soy sería como Ji-Ho, pero a veces me gusta divertirme como Adara. Por lo que, al ver como esta descalza en un lugar como este, me resulta extremadamente chistoso y lo es más cuando ella finge que todo está bien, mientras no puede colocarse los tacones, porque ella nunca usa tacones. Fue por esa misma razón que se los quitó o se habría caído al bajar del auto. Frustrada de tanto intentar colocarse algo que nunca se había puesto, me pone el pie sobre mi ropa y yo se los coloco mientras Ji-Ho aclara la garganta claramente pidiendo nuestra atención.
— Rayos, incluso en estos momentos y delante de todos nos regaña — se queja Adara mientras yo sonrió.
— ¿Qué esperabas? Él es así y no hay manera de cambiar su pensamiento extremadamente correcto.
— Aunque es bueno que sea así. Ya que, a veces necesitamos de su cuidado.
Eso es cierto. Ji-Ho es un chico de casa que hace y nos cuida como una madre, pero también es una persona competente en su trabajo.
— Bendita sea la mujer de la que él se enamore — susurra Adara y yo absorto.
— Es cierto, se ganaría la lotería divina con él — susurro dejando que mis pensamientos salgan de mi boca sin evitarlo. Afortunadamente, Adara no le da importancia.