El Príncipe la besó. Después ya no fue necesario que siguieran hablando. Durante el día siguiente y el que siguió Sacia y el Príncipe hablaron acerca de sí mismos, su amor y la sabiduría de los grandes griegos. Los dos eran conscientes de que buscaban evitar el momento cuando tuvieran que decirse mutuamente quiénes era ellos. Sabían muy bien las dificultades que podrían surgir. Dificultades que podrían hacer desaparecer la felicidad que los hizo vivir en un mundo de sueños por tanto tiempo. Cuando estaban próximos a llegar al puerto donde debían desembarcar, el Príncipe mandó llamar al Capitán. Le comunicó que deseaba llegar a las once horas del día siguiente. Por lo tanto, debían pasar la noche en alguna bahía tranquila. No había prisa para salir al día siguiente. El Capitán nad
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