Aysel No recuerdo la última vez que había disfrutado tanto como la tarde que pasé junto a Benjamin y mi familia en Valparaíso. Como él hacía años que no iba, el domingo partimos todos en plan turista a visitar la ciudad que tenía el título de Patrimonio Cultural de la Humanidad. Valpo, como le decía la gente, era el puerto ubicado al lado de Viña. Mientras que Viña del Mar era ordenada y moderna, Valpo era añejo y colorido. Gran parte de la ciudad estaba construida en cerros a los que se accedía en viejísimos ascensores de madera. Parecía como si el tiempo se hubiera detenido en Valpo debido a sus antiguos trolebuses y a las vivas fachadas de sus casas centenarias. Aunque en lo personal prefería la modernidad de Viña, me gustaba también el puerto por su aire bohemio y artístico; sus labe