Marco no escatimó en gastos para la celebración del cumpleaños de su esposa, y de paso para celebrarle a los demás nefilim. Mandó a preparar el mejor banquete, contrató a los mejores músicos, y por supuesto, le dio a Sariel el dinero suficiente para que mandara a hacer el mejor vestido. Toda la corte fue invitada a la celebración. Marco tuvo que aguantarse la presencia de los lores y duques que no le caían tan bien, pero estaba acompañado de sus hijos, así que eso le contentaba. Las mujeres por supuesto que suspiraban al ver a los tres caballeros hadas que acompañaban a su rey en la mesa principal del banquete. Todos estaban vestidos con fina y rica ropa, envuelta en sarcillos de la noche; túnicas de brocado de ébano con oro y plata, pantalones oscuros y finas botas de cuero n***o que