Sariel se maravilló una vez más al estar en el Tercer Cielo. Ya había estado dos veces, que fue cuando a su hermano le hicieron las audiencias en el Consejo Celestial para decidir su destino en el mundo mortal. La rubia se veía hermosa en su elegante vestido rosa oro, de manga larga adornado con un delicado encaje, confeccionado en una fina tela de micado, y la falda con corte sirena que la hacía lucir espectacular. El vestido de Eirwen era del mismo color que el de su madre, pero más pomposo y acorde a su edad. Ambas se veían preciosas y se robaron varias miradas apenas entraron en el Palacio de los Arcángeles, tomadas de las manos de Raquiel. “Los hijos de Monder”, susurraban varios ángeles que los veían pasar. Raquiel, por su parte, había optado por un look muy humano. Panta