Jelena y Vlad, como los arcángeles que son, se sentaron en la mesa principal junto a los otros siete. Ella aún estaba muy nerviosa por lo que tendría que hacer cuando la estrella fugaz pasara. No es que disparar una flecha sea tan fácil de todos modos, y tener que hacerlo a una larga distancia..., la aterraba. Ella no había sido entrenada en el tiro con arco. Vlad la calmó tomándole una mano sobre la mesa, mientras que con la otra seguía comiendo los más exquisitos manjares. Si un plato se vaciaba, solo era que alguno de los arcángeles diera un chasquido y se volvía a llenar. De igual manera sucedía con las jarras de elixir, que los ángeles vaciaban en cuestión de segundos en todas las mesas. —Y dime, Jelena...—habló Jofiel, y Vlad de inmediato preparó su mejor mirada intimidatoria —¿Q