Capítulo 3

1435 Words
Todos los hombres soltaron un suspiro al mismo tiempo, el hombre que le había hablado antes a Riley recogió la ropa y se acercó. –¿Estás bien, chico? –le extendió su ropa. –¿Cómo carajos voy a estar bien? No entiendo nada de lo que está pasando. Riley estaba canalizando su miedo y vergüenza con enojó, tomó su ropa y se vistió de nuevo. –Mi nombre es Mijaíl, soy el jefe de seguridad y mano derecha de la señora –mencionó –. ¿Tienes hambre? – Creo que sí. –Vamos a comer algo chicos, tenemos tiempo antes de la próxima salida. Todos salieron junto con Riley, observó que todos estaban más relajados. –Mira chico, tú tranquilo, el niño te quiere y eso es lo único que te tiene que preocupar para sobrevivir. –¿Sobrevivir? –Bueno, tal vez exagero un poco, pero a partir de ahora vivirás aquí y el señorito Klaus será toda tu vida, tienes que servirle y hacer todo lo que te pida, son las órdenes de la señora, puedes pedir lo que quieras cuando quieras, nosotros te daremos lo necesario, el señorito tiene un horario que te lo daremos junto con una tablet y el día de mañana vendrá un médico para colocarte un localizador, es para tu seguridad –se detuvo cuando llegaron a la cocina –. Y lo más importante, está es tu nueva vida, no podrás comunicarte con ninguno de tus conocidos, con nadie de tu pasado, a partir de ahora llegará una notificación que Riley Montero está muerto allá afuera, sé que no tenías ningún familiar y apenas si hablabas con alguien en el trabajo, te investigamos, eres perfecto para esto. –Pero tengo a mi hermano con quien me comunico cada semana. –Eso ya no será posible, ahora –miró a los chicos –, nosotros somos tu nueva familia y te cuidaremos. –¿Pero quiénes son ustedes? Una chica rubia salió de la cocina, Riley desvió su atención hacía ella y le sonrió dejando un plato de comida al frente. –Ella es mi hija Larissa, trabaja en la cocina –mencionó –. Larissa, él es Riley cuidará del señorito Klaus. –Puedes venir a cualquier hora y te prepararé lo que quieras –le sonrió la chica. –Gracias. Mijaíl le chasqueó los dedos frente a su rostro. –No la mires demasiado, es mi hija, que no se te olvide. –Lo lamento –bajó la mirada a su plato y comenzó a comer, sintió el sabor delicioso en su paladar –. Esto está muy bueno. –Todo lo que ella hace es perfecto –soltó con orgullo –. Casi lo olvido, seguramente tendrás que compartir algunas comidas con Kalia, especialmente el desayuno, se sirve a las seis y le gusta que sean puntuales y ocasionalmente algunos almuerzos –le extendió una tablet –. Aquí tienes los horarios del señorito Klaus, tienes que cumplir con ellos, los espacios en verde son libres, pueden hacer lo que quieran. –¿Soy su niñero? –Si –respondió Mijaíl –. No tengo idea de lo que hiciste, pero el señorito te quiere y cree que eres su padre, tienes que seguir ese rol. –¿Hasta cuándo? –No tengo idea. Uno de los hombres se acercó a ellos para hablar. –El señorito Klaus se acaba de levantar y pregunta por su padre. Riley vió a Mijaíl que le hizo una señal para que fuera y obedeció, no esperó al hombre de traje porque se le había quedado donde estaba la habitación del niño, cuando entró la mujer estaba abrazando al niño. –Lo siento. –¡Papi! ¡Sigues aquí, papi! –Klaus se lanzó sobre Riley. Él se dio cuenta de la dura mirada de Kalia, tragó saliva porque parecía que lo fuera a asesinar. –Papi, tengo hambre. –Vamos a la cocina a ver qué podemos comer, ¿te parece? –Primero debe tomar un baño –mencionó Kalia. –Quiero comer primero –refunfuñó –. Papi, quiero ir a comer. Acababa de llegar y Riley ya se encontraba en su primer problema, se supone que debía complacer a Klaus por órdenes de Kalia, pero Kalia era su madre y tenía más posibilidades de morir en sus manos, no tenía a quien pedir auxilio, aunque aún recordaba las técnicas que usaba con su hermano, tomó una decisión y miró a Kalia con seguridad. –Va a ir a comer y se va a volver a ensuciar, sería mejor comer y luego lo bañaré de inmediato. Kalia lo observó, el niño se aferró a la mano del chico. –Si aguanta hambre le puede doler el estómago y se puede enfermar –siguió Riley al no escuchar respuesta, Kalia miró a ambos, suavizó su mirada y se levantó de la cama. –Yo también tengo hambre. –¡Mami va a comer con nosotros! –chilló Klaus. Riley lo tomó en sus brazos intentando alcanzar a Kalia, no quería tenerla delante de él, sabía que no se resistiría a bajar la mirada a su hermoso y perfecto trasero, era solo unos centímetros más alto que ella, pero no sabía qué sensación le causaba tenerla cerca, tal vez respeto, miedo o incluso un poco de pena. –Soy Kalia –mencionó –. Llámame así. –Está bien, soy… –se detuvo cuando su rostro enrojeció recordando lo sucedido hace un momento. –Te llamaré Riley. Él creyó ver una especie de sonrisa en el rostro de Kalia, pero decidió hacer caso omiso. Cuando llegaron a la mesa, Larissa se acercó con unas galletas y leche para Klaus, le brillaron los ojos al tomar una y morderla con ganas, le sirvió un plato completo de carne y verduras a Kalia y finalmente regresó con otras galletas y café para Riley. –Te dejé algunas, espero que te gusten –mencionó con una sonrisa. Él tuvo que retroceder porque el pecho de la chica rozó su brazo, intentó no ver el escote y se concentró en sus ojos azules. –Muchas gracias. Kalia hizo un ruido con su garganta y eso hizo que Larissa saliera del comedor de prisa. Klaus movía sus pies de un lado a otro con una sonrisa mientras comía su galleta, Riley lo observó y se sintió feliz. –Si la remojas en tu leche, sabe mejor –señaló. –¿Remojar? –Así mira –Riley tomó una galleta, la partió por la mitad y la hundió en el café para darle una mordida, se lamió los labios sintiendo el delicioso sabor dulce en su boca, realmente Larissa sabía cocinar bien. Klaus imitó al chico y gritó cuando se comió la galleta. –¡Soy como mi papi! Riley soltó una carcajada y le pasó la mano por el cabello, estuvieron jugando con la leche y las galletas mientras Kalia se concentraba en comer y observar la escena, parece que su hijo tenía un buen ojo para escoger a alguien que realmente lo cuidará. –¡Muy bien! ¡Vamos a bañarnos! –¡Si a bañarnos! –gritó el niño, se levantó hacia su madre y le dio un beso en la mejilla –. Gracias mami. –Te veo más tarde, mi amor. El pequeño se acercó a Riley, estaban a punto de irse, pero el niño se detuvo y lo miró. –No te vas a despedir de mami. –¿Qué? –Le tienes que dar un beso a mami, aquí –señaló su mejilla. –Eh –titubeó, vio a Kalia y luego a Klaus –. Si, lo olvide. Fue hacía Kalia, estaba muy nervioso que incluso sintió que le faltaba la respiración, fue ella quien se acercó, pero no le dio un beso, ella le susurró al oído. –Mantén tus pantalones en tu lugar y recuerda que Klaus es tu prioridad. Sintió el roce de sus labios en su mejilla y ella se separó regresando a su lugar, él reaccionó caminando hacía Klaus y lo tomó de la mano para llevarlo a darle un baño. –No tienes que olvidarlo, el beso de mami es muy importante. –Gracias porque me lo recordaste. –Yo te voy a ayudar, papi. Riley realmente necesitaba ayuda porque estaba seguro que Kalia había malinterpretado la situación con Larissa y lo que le había dicho era una amenaza disfrazada de recordatorio, decidió obedecer y recordarse a sí mismo que ahora todo en su vida era sobre Klaus.
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