Tayler despertó a Riley como todas las mañanas, ya se estaba acostumbrando al entrenamiento y aunque le doliera el cuerpo tenía que acostumbrarse porque el pequeño Klaus no le daba tregua. Tayler ya le había colocado una rutina de acuerdo a lo que su cuerpo necesitaba, con la dieta y vitaminas que le receto el doctor, en el poco tiempo ya se veía unos resultados, fueron al área de pelea, Riley estaba aprendiendo sobre algunos movimientos de defensa personal, Tayler se burló de él al principio porque ninguno los había tenido que aprender, era algo que traían como instinto.
–Debes esquivar y luego empujarme, ¿entiendes?
–Si, lo haré –aseguró Riley.
Tayler soltó el puñetazo que le dio en la cara a Riley, no logró verlo porque a tiempo vio la figura femenina detrás de ellos.
–¡Carajo! ¡Te dije que lo esquivarás!
–Estoy bien, estoy bien –retrocedió intentando aguantar el dolor.
–¿Seguro?
–Si, puedo hacerlo.
Se colocaron en sus posiciones, pero Riley logró ver a Kalia, ella estaba peleando con Mijaíl, llevaba un top n***o con unos pantalones cortos pegados a su cuerpo, las partes de su piel a la luz y el cabello sujeto a una coleta, era sexy y hermosa.
–¡Hey! –El chasquido de los dedos de Tayler lo hizo reaccionar –. Sé que está buena, pero no la mires.
–¿Qué?
–La jefa, no la mires o te cortará el pe.ne –señaló abajo –. Así que contrólate.
–No la estaba viendo por eso. –Contrario a sus palabras el rostro de Riley estaba enrojecido.
–Ajá, como digas, pero te lo advierto, concentrate aquí.
Riley sacudió su cabeza, intentó concentrarse en los ejercicios, pero fue inutil no podía evitar desviar la mirada a Kalia y la forma tan ágil que se movía, Tayler se dio cuenta que era inútil continuar ahí y decidió salvar al chico antes de que la jefa se diera cuenta y le diera un castigo, para todos Kalia era una jodida tentación, pero ella misma había demostrado cuáles eran las consecuencias si alguien se atrevía a faltarle el respeto, la última vez que uno de sus hombres la vio demasiado le arrancó un ojo y lo dejó en la entrada para que todos lo vieran.
–Mejor vayamos a la caminadora lo que nos queda de tiempo.
Tayler guió a Riley al otro lado del gimnasio, el chico vio cuando Mijaíl se alejó con el teléfono en la mano, luego regresó por Kalia que salió detrás de él.
–Tú no entiendes, ¿verdad? –reclamó Tayler.
–Estoy concentrado.
Tayler realmente se preocupó, ya le había tomado cariño al chico, se veía joven y frágil, sus conversaciones eran más frecuentes y hasta lo empezaba a considerar un amigo, no quería que nada malo le pasará.
Después de terminar el entrenamiento fue darse una ducha, se cambió y fue a la habitación de Klaus a levantarlo y prepararlo para ir a estudiar, como todas las mañanas fueron a desayunar con Kalia que escuchó cada palabra que Klaus decía, cuando Riley regresó de dejar al niño en la escuela, Kalia ya no se encontraba en la casa, siguió su rutina normal, el resto del día, por la tarde llevó a Klaus a la piscina, se sorprendió al saber que el pequeño sabía nadar y él no.
–¿Qué clase de persona eres? –preguntó Tayler al verlo en la orilla.
–Una normal.
–No es normal no saber nadar, todos lo saben.
–Nunca aprendí –encogió los hombros indignado salió de la piscina y tomó lugar a la orilla viendo a Klaus nadar.
–Todos lo aprenden de niños –señaló Tayler.
–Yo no tuve quién me enseñara.
–¿Qué pasó? –La voz de Larissa los hizo reaccionar –. ¿Te lastimaste, Riley?
La chica traía una bandeja con comida, la dejó en una de las mesas y se acercó.
–No, para nada –respondió Riley.
–Les traje una merienda –señaló la bandeja –. Pero veo que el señorito Klaus está feliz.
–Si, parece como si nunca hubiera visto la piscina –sonrió Riley.
Larissa y Tayler se vieron, fue ella quien se colocó de cuclillas recogiendo su vestido.
–Es que el señorito nunca viene aquí –murmuró.
–¿Qué?
–Tiene un horario muy estricto y las niñeras se apegan a que nada le pase hasta que su hora termine –explicó Tayler.
–Dejó de venir cuando sus clases de natación terminaron –aclaró Larissa.
–Solo era otra clase a la que debía ir –mencionó Riley y ambos afirmaron.
–¡Papi! ¡No te quedes ahí! –Klaus se acercó nadando a los adultos, el agua se agitó mucho cuando Riley lo sacó y Larissa se levantó rápido para no mojarse.
–¿Le tienes miedo al agua? –se burló Riley.
–No –respondió ella –. Yo si sé nadar.
–Entonces, ¿por qué retrocediste?
–Porque no me quiero mojar –señaló su ropa.
Larissa no debió decir esas palabras porque Riley le salpicó agua y Klaus lo imitó, ella no lo permitió cuando llegó a la orilla de la piscina e hizo lo mismo, todo terminó en una guerra de agua detenida por Tayler.
Klaus terminó exhausto por todo el tiempo que estuvo en la piscina, apenas si ceno y se quedó dormido de caminó a su dormitorio, Riley le colocó su pijama y lo arropó como todas las noches, estuvo ahí unos minutos hasta que estuviera seguro que el niño estaba profundamente dormido y salió hacía su habitación, sin embargo en el caminó se encontró a Larissa que iba a buscarlo.
–¿Quieres salir? –propuso ella.
–Si, vamos.
Habían salido dos veces más desde la última vez, daban el paseo por el jardín y hablaban sobre su infancia y cosas sin importancia, Larissa siempre llevaba dulces para comer hasta que era algo tarde regresaban a la mansión, para Riley era relajante salir a tomar aire, sentía que estar en esa casa era asfixiante.
–¿Es cierto lo que dijiste de Klaus? –preguntó él.
–¿Sobre la piscina? –dudó ella y él afirmó –. Si, el señorito tiene muchas responsabilidades a pesar de su edad y antes de ti las niñeras no querían arriesgarse a que algo le pasará, cualquier actividad que incluyera esfuerzo físico era excluida.
–Eso es terrible.
–Lo sé –murmuró ella –. Siempre intento que hacer sus comidas favoritas y le guardó dulces en la bolsa izquierda de su mochila.
–Ya me había dado cuenta –sonrío Riley –. Quería verificar que llevará todo y le encontré los dulces, sospeche que tenías algo que ver –señaló el chocolate.
–Creo que es algo lindo lo que haces por él –mencionó Larissa –. Los demás se lo toman como un trabajo, pero tú haces cosas que a él le gustan.
–Algunas también son cosas que yo quise hacer de niño –confesó él y ella sonrió.
–Dicen que tener un niño es como volver a vivir la infancia.
–Creo que así es –comentó él –. Supongo que tu viviste una situación similar a la de Klaus.
–Un poco, papá siempre ha estado conmigo a pesar de que tiene mucho trabajo –recordó –. Me llevó a algunos lugares y realmente le agradezco a la señorita Smirnova por cuidar de mí y darme la oportunidad de aprender muchas cosas.
–¿Por qué ella no es así con Klaus? –preguntó –. Podríamos salir a un zoológico o al parque.
–No es tan sencillo.
–Pero dices que Mijaíl lo hacía contigo.
–Es diferente, Riley.
–¿Por qué?
–Porque Klaus está destinado a ser el sucesor de la señora Kalia, él será el próximo jefe del clan. –Larissa se detuvo cuando se dio cuenta de lo que había dicho –. Lo lamento, olvida que dije eso, por favor, no lo repitas.
–Está bien –respondió él –. Ya lo sabía y sé que es peligroso decirlo.
–Si, por favor, no se lo digas a nadie.
–Entiendo.
Terminaron el recorrido y ambos regresaron a la mansión, se separon la subir las escaleras, Riley iba a su dormitorio cuando escuchó unas voces y como un reflejó se escondió detrás de una pared.
–Kalia, estás tomando medidas extremas, no tuvo nada que ver –escuchó la voz de Mijaíl.
–Si no pudo impedirlo, es cómplice –expresó Kalia –. Matenlo.
–Es un chico.
–No me importa, quiero su cuerpo mañana y si aún está vivo, yo lo mataré frente a todos.
–Daré la orden.
Las voces desaparecieron en el pasillo, Riley sentía el corazón en la boca, pensó en lo que Larissa dijo y que algún día esas palabras saldrían del dulce niño al que cuidaba en estos momentos.