Cerca del muelle a varias horas lejos de casa, Kalia y Mijaíl se encontraban en el auto vigilando y esperando recibir el mensaje que la misión se había completado.
–Deja de comerte las uñas –se quejó Mijaíl –. No me puedo concentrar si sigues así.
–Eres fastidioso –debatió ella.
–¿Yo? Fuiste tú la que dijo que debíamos estar presentes.
–No confío en los colombianos –respondió ella –. Quiero que todo sea seguro para mis hombres.
Tenían problemas con algunos grupos y Kalia se preocupaba por su personal, los consideraba parte de su familia, cada uno tenía un localizador y no importaba la situación, si pedían ayuda, se la daban.
–Podemos aprovechar el tiempo –sonrió Mijaíl –. Me puedes contar qué te sucedió con el chico.
–¿Qué chico? –preguntó ella, Mijaíl la vio con obviedad y ella sonrió –. Tengo muchos chicos.
–Sabes de quién estoy hablando –mencionó –. Te vieron y dicen que te quedaste inmóvil.
–Me tomó por sorpresa –encogió los hombros –. Se ve que es un cobarde, no creí que me fuera a besar.
–Si hubiera sido otro trabajador le hubieras cortado la lengua frente a todos para que aprendiera.
–No es cualquier trabajador y lo sabes.
–Como digas –murmuró él vio al frente cuando la señal de la luz –. Ya llegó.
Los dos salieron cuando el barco estuvo cerca, recibieron todo en orden y revisaron dos veces, no había nadie más que los trabajadores de Kalia, le habían pagado bien al encargado del muelle para que desapareciera por unas horas, tardaron en bajar el producto, revisar que todo estuviera en orden y enviar a los carros a las bodegas, Kalia y Mijaíl se quedaron hasta que el último vehículo salió.
–Vamos por un trago –propuso Mijaíl.
–No –respondió ella –. Yo ya tengo planes.
Ella se fue en otro auto que la llevó a un hotel aún tenía algo de tiempo antes de que el hombre que había llamado llegará, después de bañarse, se colocó la lencería negra y se cubrió con la bata de seda, era una mujer que le gustaba el se.xo, tenía un par de hombres que ganaban muy bien para complacerla, ella estaba en la cama cuando tocaron a su puerta, la figura varonil se presentó frente a ella, ese hombre alto con los músculos marcados y firmes, Kalia deslizó el listón de su bata para mostrar su cuerpo, los ojos del hombre se oscurecieron al ver su perfecta figura, él se metió entre sus piernas para devorar de sus húmedos pliegues mientras ella disfrutaba del placer, no era la primera vez que tenían encuentros sexuales, él la conocía, y sabía que a ella le gustaba el se.xo rudo y fuerte, depende del momento se turnaban para tomar el control, está noche ella solo queria que la complaciera, así que el hombre la tomó como un salvaje complaciendo todos sus deseos cumpliendo vigorosamente con su trabajo, cuando ella estuvo satisfecha le pidió que cerrará la puerta al salir, le gustaba dormir sola.
Por la mañana fueron a las bodegas dónde pasaron la mayor parte del tiempo hasta que llegaba la noche y ella se iba al hotel a esperar al hombre, tenía que aprovechar que no estaba en casa, fue así los siguientes días hasta que el lunes por la tarde regresaron.
–¡Mami! ¡Mami! –gritó Klaus desde la entrada al lado de Riley.
Tayler les había informado que ya estaban cerca y Klaus quiso esperarla en la entrada, cuando ella bajó de auto Klaus corrió hacia sus brazos, Riley no pudo detenerlo, Kalia se inclinó para recibirlo.
–Te extrañe, mami.
–También te extrañé, hijo –Kalia lo abrazó y le dió un beso en la frente mientras llegaba a la entrada, ignoro a Riley pasando a su lado sin verlo, el chico se sintió mal al principio, pero entendió que ella no le debía nada, así que los siguió.
–Dile papi –habló Klaus al bajarse de los brazos de su madre.
–¿Qué cosa? – Ella se alarmó.
–No es nada importante –respondió Riley.
–¡Papá!
–Bueno, es que Klaus te preparo una sorpresa.
–¡Fuimos los dos! –grito Klaus.
–¿Dónde está? –preguntó ella observando alrededor.
–En tu dormitorio –indicó el niño.
–No entramos –aclaró Riley –. Le pedimos favor a Larissa que colocará el regalo sobre la cama.
–¡Vamos a ver mami! –insistió Klaus.
–Hijo, tu madre debe estar cansada –comentó Riley –. Vamos a jugar tu y yo.
–Estoy bien –indicó Kalia –. Subamos al dormitorio.
Riley aceptó y llevó a Klaus en sus brazos hasta que llegaron a la habitación de ella, al entrar vio las flores lilas sobre su cama con la hoja de papel.
Ella tomó ambas cosas en sus manos, olió las flores y vio la hoja era un dibujo que el pequeño había hecho.
–Son azafranes sueltan un olor muy agradable.
–Lo sé –comentó ella.
–¿Te gustó, mami? –preguntó el niño entusiasmado.
–Mucho, mi pequeño, gracias por la sorpresa.
–Papi escogió las flores –señaló –. ¿Quieres jugar con nosotros?
La pregunta la tomó por sorpresa, ella iba a ir a la oficina a arreglar algunos asuntos, vio que Mijaíl los había seguido y fue quién habló.
–Me encargaré de todo, tienes el resto de la tarde.
Ella sabía que él lo estaba haciendo para molestarla, pero cualquier actividad que incluyera a Klaus no la molestaría nunca.
–Estoy para ti el resto de la tarde –sonrió –. ¿Te parece si dejamos a tu padre descansar?
–¿Por qué? –cuestionó el niño –. Papi no está cansado.
Los dos vieron a Riley que aunque su mayor miedo era Kalia, decidió ceder ante el niño.
–No estoy cansado.
–¡Vamos a jugar!
Fue así como el resto de la tarde ellos terminaron jugando en el dormitorio de Klaus, fue Riley quien terminó incluyendo a Kalia, ella sintió celos al ver la forma en que Riley conocía mejor a su hijo, pero él no se jactaba de eso, al contrario, quería que ella estuviera ahí, el niño estaba feliz al tener a sus dos padres juntos desde que observaba en la escuela a sus amigos con sus dos padres siempre había soñado con un momento como ese; después los tres fueron a ver un película propuesta por Klaus, Kalia mandó a pedir palomitas, bebidas y algunos dulces que Larissa llevó a la sala de cine que había en la mansión, a Riley no terminaba de sorprenderle todo lo que había en ese lugar, ¡una sala de cine! Él había crecido en cuatro paredes donde su madre acomodaba las escasas cosas que tenían.
Klaus se quedó dormido a media película, Kalia quería irse, pero se dio cuenta que Riley estaba concentrado en la película incluso se reía por cosa que ella no le encontraba sentido, sin embargo, decidió terminar de verla.
–Yo lo llevó a su habitación –propuso Riley cuando vio a Kalia intentando levantar a Klaus –. Está cansado.
–Me sorprende que no lo hayas levantado con tu risa.
–Me sorprende que tu no te rías –debatió él –. ¿Acaso nunca lo haces?
–¿Por qué lo haría?
–Porque era una comedía, el gato era gracioso –señaló.
–No lo era.
–La película era muy buena, la volvería a ver y me volvería a reír –aseguró él –. Además, Klaus tiene el sueño profundo.
–Ya lo noté.
Para Riley fue extraño el comentario de Kalia, creyó que ella lo conocía, él se había arriesgado a hablarle sobre los gustos de Klaus para que el niño no se enojará, no se animó a preguntar nada y solo llevó a Klaus a su dormitorio, ella lo siguió.
–Yo me encargó aquí –mencionó ella cuando él lo recostó en la cama.
–Solo le pondré un suéter –indicó él.
–Yo lo haré.
–¿Segura? Yo puedo hacerlo, no tengo ningún problema –bajó el tono de su voz cuando Kalia le lanzó una mirada aterradora –. Está bien, le gustan sus calcetines de dinosaurio y preferiría que te quedarás unos minutos hasta asegurarte que no despertará.
Ella lo ignoró mientras buscaba la forma de colocarle la ropa al niño, Riley dudó en retrocedes, se sintió extraño porque él era quien dormía a Klaus y aunque está vez ya estaba dormido quería al menos asegurarse que estuviera bien, Kalia era su madre y ella daba las órdenes, él solo era un trabajador y no debía encariñarse con el niño aunque ya era tarde para saber eso.