Jamás había disfrutado tanto un silencio en mi vida. No negaré que la tensión dentro del auto está tan fuerte, al punto de hacerme respirar con lentitud, pero por nada del mundo pienso hablar, al menos que él me lo pida. Él está igual que yo; callado, sumergido en sus pensamientos. De reojo, puedo verlo conducir con sus facciones endurecidas, emanando de él, un aura oscura y temible. «¿Qué esperaba? ¿Qué le dijera que se sintió delicioso sus dedos dentro de mí? ¿Que estaba desesperada por correrme? ¿Qué quería gritar debido al placer? Lo siento, pero no se lo merece» Yo me quemé viva en medio de sus besos y sus tocadas, para demostrarle que, en este juego, los dos podemos jugar con el mismo poder. Me sacrifiqué, ¡Dios mío! Cinco años sin nada de acción y cuando pude disfrutar de un orga