El valet parking trae el auto a Cedric para irnos de aquí. Esta vez, dejo que me abra la puerta del acompañante e incluso, le agradezco en tono seco por hacerlo. Me acomodo en el asiento viéndolo rodear el auto para ingresar, y cuando lo hace, no duda en acelerar el motor para alejarnos de aquí. Algo me dice que anda obstinado. —¿Está todo bien, señor Reed? —me atrevo a preguntar al fin. —Prepare una pequeña maleta para mañana, señorita Collins, porque iremos a Kentucky —me informa sin voltear a verme—. Esté lista a las siete esperando por mí fuera de su edificio. No le digo nada, porque su orden es como la de mi jefe y no como el hombre que decidió comenzar un juego de poder conmigo. Aun así, me atrevo a abrir mi boca, solo porque realmente lo noto muy, pero muy cabreado. —¿Sucede a