Travesuras nocturnas

1884 Words
La cena había terminado recientemente, con Índigo y Elijah molestando a Scarlett en cada oportunidad que tenían. Jessica sonreía y se reía junto con ellos, dejando a Jackson defender a su hija. —Te toca lavar los platos —le dijo Jessica a Scarlett, pasando los dedos por su cabello n***o hasta los hombros.  Scarlett no se parecía en nada a ella, mientras que Índigo era casi una copia exacta, ambas con una complexión delgada. Jessica mide 1,75 Índigo ya era más alta que su hermana, con 1,68. Ambas tenían pelo n***o azabache y ojos azul marino profundo. —Ella se lastimó, cariño —dijo Jackson, mirando a su esposa, sus ojos recorriendo sus curvas.  Jessica levantó una ceja, una sonrisa jugueteando en sus labios, sin perder de vista la mirada de su esposo sobre ella. —Ella ya está curada —dijo Jessica y Scarlett hizo un puchero. —Al menos podrías mostrar un poco de compasión —dijo mientras se levantaba y comenzaba a recoger la vajilla.  Elijah se recostó mirándola. —¿Necesitas ayuda, rubí? —preguntó.  A él no le importaba pasar más tiempo con ella, eso significaba que podía disfrutar de la vista, algo que era una mala idea. De hecho, quería preguntarle sobre antes. ¿Por qué había mentido sobre el ataque siendo obra de un renegado? —Oh, qué dulce, ambos sabemos que no vas a ayudar —dijo haciéndolo sonreír. —Depende de lo que quieras decir con ayudar, puedo ayudarte en muchas cosas — respondió con una sonrisa socarrona.  El corazón de Scarlett dio un vuelco mientras Índigo levantaba la vista de su teléfono. —Bueno, lamento decir que me voy, Daniel está afuera y podría pasar la noche — dijo. Jessica asintió.  Daniel era el mejor amigo de Índigo y era gay. A ella no le importaba tenerlo en casa ya que sabía que no había ningún interés romántico entre ellos. —Diviértete —dijo Jackson, sonriéndole mientras terminaba su té. —¿Por fin salió del clóset? —preguntó Elijah levantando una ceja. Él ya sabía desde hace tiempo acerca de Daniel, por medio de Índigo ya que ambos eran bastante cercanos.  El chico no se sentía cómodo compartiéndolo con nadie, pero parecía que las cosas habían cambiado. —Sí, y su vida nunca ha sido mejor —dijo Índigo, orgullosa. Scarlett miró de uno a otro, entre Elijah e Índigo, sintiendo un poco de celos de cómo compartían más cosas entre ellos que con ella. Golpeó los platos en el fregadero, lo cual hizo gruñir a su madre. —Si uno de mis platos se rompe, ¡por la diosa, te juro que te voy a estrangular!  Scarlett se estremeció cuando Índigo salió corriendo de la habitación.  Jessica era aterradora cuando estaba enfadada.  Elijah solo sonrió. —Lo siento, mamá —dijo Scarlett mientras Jackson acariciaba el cabello de su esposa. —Vamos, cariño, déjala hacerlo, has tenido un día largo. Conozco algunas formas de relajarte un poco más —dijo él levantándose y levantándola, lanzándole una nalgada en el trasero, lo que hizo que Jessica se riera y se sonrojara. —¡Qué asco! Váyanse a un cuarto —se quejó Scarlett mientras se arremangaba y se ponía guantes de cocina. —Ese es el plan, querida —dijo Jackson entre risas, sus ojos azules brillaban de diversión—. Elijah, ayuda a tu hermana. —Lo que sea —dijo Elijah mientras la pareja dejaba la cocina, lo que hizo que Scarlett se quejara al escuchar otra risa de su madre. —Es molesto cómo papá hace que mamá pase de ser una loba feroz a una adolescente sonrojada —dijo mientras comenzaba a lavar los platos.  Elijah se levantó de la pequeña mesa de roble que estaba al lado de la cocina, se acercó a ella, sus ojos volviendo a posarse en su trasero.  ¿Cuándo se había vuelto tan jodidamente pervertido? —¿En serio? Entonces, ¿qué te hace convertirte en una perra peleadora? Fue interrumpido cuando ella lo golpeó fuertemente en la cintura con el codo, haciéndolo quejarse. Era más fuerte de lo que pensaba y le impresionó que se diera cuenta de que había estado tan cerca. Había intentado acercarse sigilosamente. Ella se volteó y lo miró con furia.  —En primer lugar, no me llames perra, y en segundo lugar, aléjate o la próxima vez te golpearé donde no brilla el sol —dijo, volviéndose hacia el fregadero. Elijah levantó una ceja, ignorando su advertencia, rodeó su cintura con el brazo, aplastándola entre la encimera y su duro cuerpo musculoso, haciendo que ella jadee mientras su trasero presionaba su evidente virilidad. Su corazón latía rápido mientras su v****a se contraía. —¿Qué estás haciendo, Elijah? — preguntó, su voz temblorosa.  Él sonrió inhalando su embriagador olor, su nariz rozando su cabello. —Tratando de descubrir qué te hace debilitarte como una adolescente enamorada—susurró con voz ronca.  Podía escuchar su corazón frenético, sus dedos rozando su estómago tenso, viendo cómo subían y bajaban sus pechos... —Elijah… —dijo intentando concentrarse, ¿qué estaba haciendo él?  Nunca la había provocado así en el pasado. Sí, le jalaría el cabello, le haría cosquillas, la levantaría y la arrojaría a la piscina, pero esto... —Scarlett —dijo él en el mismo tono que ella.  Su nombre sonaba diferente en sus labios, siempre la había llamado rubí. Sonaba casi sensual. Ella se quedó quieta cuando sintió que él palpitaba contra ella, jadeando mientras su propio núcleo palpitaba. Ella lo empujó lejos, sus mejillas se sonrojaron ligeramente. Ella se volvió y lo miró fijamente, él miró a sus ojos tratando de no mostrar su emoción en su rostro y tragando duro. Con el placer que corría por él, la necesidad de ella simplemente crecía. ¿Qué coño le estaba pasando? ¿Por qué no podía apartar sus ojos y sus manos de ella? —Deja de bromear —dijo pensando que era inapropiado, aunque él amaba molestarla, le asustaba que ella dejara salir su propio secreto retorcido y luego qué pensaría él cuando descubriera que ella tenía pensamientos muy sucios sobre su hermanastro. —Es realmente un placer sacarte una reacción —dijo tocando su nariz, agarrando el trapo para platos. Se apoyó contra el mostrador esperando que ella empezara a lavar. —¿De verdad vas a secar? —preguntó, evitando sus hermosos ojos azules mientras se acercaba al fregadero una vez más y comenzaba a lavar sintiendo sus ojos sobre ella. —Papá dijo que ayudara —respondió.  Su cabello le cubría la cara y a él no le importaba, significaba que podía observar su figura perfectamente—. Entonces, ¿por qué mentiste sobre el ataque? Se tensó pensando que obviamente él no lo dejaría pasar. Esta era su manada y la seguridad era prioritaria. —Ellos eran... parte de nuestra manada anterior, una manada que está a millas de distancia de aquí. No deberían haber estado aquí, ni siquiera sé cómo nos encontraron — dijo en voz baja enjuagando una taza y colocándola fuera del agua, él la recogió y comenzó a secarla. Una mueca ahora se dibujaba en su apuesto rostro. —¿Por qué coño te querían? —preguntó frunciendo el ceño, sabía lo mínimo sobre su antigua manada: su padre era abusivo y necesitaban protección. —No sé si lo sabes o no... Pero mi papá biológico era un alfa, abusivo, despiadado y cruel. Odiaba el hecho de que mamá no le diera un heredero varón —dijo, su momento anterior olvidado mientras ambos reflexionaban en la seriedad del asunto. —Eso... casi nunca se escucha. Los alfas nunca tienen herederas femeninas. Si no es el primer hijo, el segundo será un varón y tendría el poder alfa. Joder, por eso eras jodidamente enorme. —Él se dio cuenta—. Eres una alfa, una jodida Alfa Femenina. La observó, una bomba de 1,57 metros de altura frente a él, pensando cómo era eso posible. ¿No debería estar llena de músculos?  Sí estaba tonificada pero no en exceso. Tal vez las reglas fueran diferentes para una alfa femenina, ¿era eso incluso posible? —¿Qué? ¿Demasiado sorprendido de que incluso una mujer pueda ser una Alfa? — preguntó mirándolo con enfado, arrojando algunas burbujas de jabón a su hermoso rostro. —Si no trajeras pantalones tan ajustados, me preguntaría si tal vez tenías huevos ahí abajo —dijo sonriendo y azotando su trasero con el trapo para platos, haciéndola gritar. Se rio entre dientes, ganándose otra mirada furiosa. —¡Eres un idiota! —Pero, ¿por qué lo ocultas? Si él intenta encontrarte, entonces necesitamos estar preparados —dijo. —Lo sé, y entiendo eso. Estaba pensando: ir a visitarlo y preguntarle qué quiere. No quiero que mamá pase por eso, ella es feliz ahora, y aunque hayan quemado el vínculo de pareja, aún existe. No quiero que ella pase por eso, no por mi culpa, soy fuerte y puedo cuidarme, yo... —Espera un poco, pantalones bravucones, ¿estás planeando ir a ver a papi querido tú sola? ¿Qué demonios te pasa? — dijo frunciendo el ceño, ella casi gimoteó ante la cantidad de aura alfa que emanaba de él, ella puede ser una loba alfa pero él era mucho más fuerte que ella.  Suspiró al verla tratando de no intimidarse. —¿Tu papá sabe que tu papá era un alfa?—preguntó pasando sus dedos por su cabello, tratando de controlar su enojo y aura.  Asintió mientras terminaba de lavar los platos, se quitó los guantes y lavó sus manos mirando por la ventana al jardín que estaba iluminado de manera acogedora con luces de hadas y pequeñas linternas de colores cortesía de Índigo. —Entonces iré contigo, inventaré alguna excusa —dijo, ella lo miró, sus ojos se abrieron ligeramente, ¿él quería ayudarla? —Wow... realmente has cambiado, Elijah. ¿Realmente quieres ayudar? —dijo levantando una ceja.  Él lanzó el trapo de secado al suelo después de acabar de limpiar y cruzó los brazos. —¿Por qué no ayudaría? Esta es mi manada, y no importa lo molesto que sea tu sexy culo, eres parte de ella —dijo, su estómago se revolvió con sus palabras, pero también la dejaron sintiéndose un poco decepcionada. La única razón por la que él estaba ayudando era porque ella era parte de su manada. Sus ojos se encontraron y la tentación de acortar la distancia cruzó por su mente, él apartó la mirada frunciendo el ceño. —Bueno, me voy, tengo una cita —dijo sacando su teléfono. Sintió un pinchazo de dolor y asintió. —Claro —dijo. Pensar en Fiona y Elijah hizo que su estómago cayera en picado. Lo peor era que los sentimientos que esperaba que se hubieran ido todavía estaban allí, si no incluso más que hace dos años.  —Cierra la puerta al salir. —Salió de la cocina sin esperar respuesta, cerrando la puerta de golpe tras de ella.  Elijah levantó una ceja y asintió ligeramente hacia la puerta vacía. Guardando su teléfono en el bolsillo, salió de la casa hacia el almacén de la manada donde sabía que Fiona estaría esperándolo.
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