Regreso a casa
—¡Scarlett! ¡Apúrate, no quiero que tu hermano tenga que esperar tanto! —gritó Jessica desde las escaleras hacia su hija.
—¡Ok, mamá! Ya sé, relájate —respondió ella.
Scarlett rodó los ojos mientras se aplicaba su característico lápiz labial rojo.
“¿Si lo tienes, por qué no presumirlo?” pensó para sí misma mientras se miraba en el espejo.
En el reflejo, se veía a una hermosa mujer joven con cabello rojizo desordenado a la altura de los hombros, teñido en un estilo degradado, y la mitad inferior de un rojo vivo.
Alborotando su cabello, se levantó y tomó las llaves de su coche. Le encantaba tener dieciocho años después de haber recibido su coche de su madre y su padrastro en su cumpleaños hace unos meses.
Aunque cumplió los 18 años, la edad en la que la mayoría de los jóvenes hombres lobo encuentran a sus parejas, Scarlett aún no lo había hecho. No se preocupaba demasiado por ello, después de todo, su manada no era muy grande y su pareja podría estar en cualquier parte del mundo. Por ahora, se enfocaría en sí misma.
Había sentido cómo su lobo se despertaba, había sentido su presencia en su mente y se había transformado en una magnífica loba gris. Había sido más grande que la mayoría de los lobos en su pueblo, algo que había causado rumores en la ciudad.
Nadie sabía que el compañero de su madre había sido un alfa, pero su lobo era una señal inequívoca de eso.
Salió apresuradamente de su habitación casi chocando con su hermana de catorce años, Índigo.
—Tú, ten cuidado, bruja —dijo Índigo con malicia, ganándose una mirada reprobatoria de parte de Scarlett.
—Tengo prisa, Índi, tengo que recoger a Elijah del aeropuerto —dijo corriendo escaleras abajo, bajando de dos en dos y saltando los últimos cuatro escalones. Sus pies golpeaban el suelo de madera oscura con un estruendo.
—Scarlett, cálmate —dijo Jessica saliendo de la cocina de la mansión. Llevaba un delantal puesto y su cabello n***o recogido en un moño desordenado.
Por las salpicaduras de harina, Scarlett notó que debía haber estado trabajando en otro pedido de pasteles. A pesar de ser una mujer lobo, Jessica era una conocida y solicitada panadera en Stratford-Upon-Avon. Era algo que la mantenía ocupada y distraída.
Aunque era la Luna de la manada Luna de Sangre, Jessica no era totalmente reconocida por los miembros de la manada.
Habían pasado años desde que se unieron a su manada, después de que la primera Luna fuera asesinada en un ataque de rogues que dejó devastada a la manada.
Cuando Jessica había entrado en la vida del alfa destrozado, la manada tenía sentimientos encontrados, algunos estaban contentos de que su alfa no se volviera loco después de perder a su Luna, mientras que otros no estaban seguros de que alguien pudiera reemplazar a su pareja alfa, considerando una falta de respeto que ella entrara en su vida.
—¡Decídete! ¿Quieres que me apure o no? —dijo Scarlett sin esperar una respuesta mientras salía corriendo de la casa, cruzando el césped verde y subiéndose a su Ford Fiesta blanco.
Scarlett vivía cerca del hermoso pueblo de Stratford-Upon-Avon, con bosques que rodeaban el área de su manada. Era un lugar pequeño pero con amplias áreas abiertas, perfecto para su manada Luna de Sangre.
La mayoría de los miembros vivían en el área de la manada, pero algunos vivían en la ciudad, entre los humanos, y venían al bosque a correr o a reuniones de la manada.
El alfa, Jackson Westwood, era su padrastro y dueño del área. Tenía sus propios negocios que ayudaban a mantener financieramente a la manada. Aunque su manada tenía solo alrededor de 500 miembros, él seguía siendo un alfa fuerte y justo.
El sol estaba alto en el cielo y ella bajó un poco la ventana, poniendo música electrónica. Golpeaba el volante con sus uñas recién pintadas.
El trayecto hasta Birmingham, el aeropuerto más cercano a su ciudad, duraba aproximadamente 50 minutos y ella estaba contenta de tener tiempo para prepararse mentalmente para verlo de nuevo.
Suspirando, se recostó en el asiento.
Elijah Westwood. El hijo de su padrastro, el futuro alfa de la manada Luna de Sangre. No lo había visto en los últimos dos años. Fue hace dos veranos cuando él los visitó tras completar su extenso entrenamiento alfa por todo el país, momento en el que se dio cuenta de que se sentía atraída por su hermanastro. Solo el pensamiento le hacía sentir vergüenza internamente. Un pensamiento que no se atrevería a pronunciar en voz alta.
Se sentía nerviosa ahora, preguntándose si esos sentimientos habrían desaparecido. Esperaba que sí, no quería que las cosas se volvieran incómodas entre ellos.
Aunque Elijah no era el más amable con ella, siempre la molestaba, se burlaba o intentaba avergonzarla.
Había estado muy contenta cuando se fue de la ciudad hace cinco años, pensando “buen viaje”. Pero cuando regresó hace dos veranos, lo había visto de manera completamente diferente.
Ahora, con su entrenamiento completo y su regreso definitivo a casa, pronto se convertiría en alfa mientras Jackson se alejaría.
Siempre supo que Elijah era un joven muy apuesto. Tenía deliciosos rizos de chocolate con mechas naturales aclaradas por el sol y esos ojos azules penetrantes...
—Mierda —murmuró—. No te permitas seguir ese tren de pensamiento, Scarlett. No ahora. Nunca.
***
El aeropuerto estaba lleno de gente que entraba y salía, taxis y autos estacionados por todas partes. Le costó encontrar un lugar para estacionar antes de apretujarse en un espacio muy estrecho, luego se dio cuenta de que no podía abrir la puerta de su lado.
Gruñendo de frustración, se trepó al asiento del pasajero y salió. Había reprobado cuatro exámenes antes de aprobar y el estacionamiento en bahía seguía sin ser uno de sus puntos fuertes.
Al entrar al aeropuerto, ella escaneó el monitor de información de vuelos. El vuelo había aterrizado hace treinta minutos. Ella hizo un puchero cruzando los brazos, esperando no llegar demasiado tarde.
¿No lleva tiempo recoger el equipaje, verdad?
—Finalmente. ¿Por qué no me sorprende?
Una voz burlona vino desde atrás de ella, se giró y chocó con alguien.
—¡Ay, joder! ¡Eso dolió! —se quejó Scarlett.
Masajeando su pecho, levantó la vista para mirar con enfado al hombre robusto a quien acababa de empujar, quedándose congelada cuando se encontró con el rostro arrogante de su hermanastro. El aroma de especias de invierno, vainilla y almizcle blanco envolvieron sus sentidos.
—¿Necesitas ayuda para masajear eso? —preguntó, sus ojos bajando hacia sus pechos, ella se ruborizó y lo miró con furia.
—Oh, cállate, Elijah —respondió rodando los ojos.
—¿Qué pasa? ¿No puede el hermano mayor cuidar de su preciosa hermanita? —se burló. Sus palabras despertaron un placer prohibido en ella—. Prometo cuidar de ti. Solo di la palabra, rubí. —Su aliento le rozó la oreja, su corazón latió con fuerza en su pecho.
Lo apartó de ella, tratando de no notar cómo se sentía su pecho bajo sus dedos.
Se veía increíble, más sexy de lo que recordaba, ¿habría crecido un poco más? Con su altura superior a los seis pies, era definitivamente más corpulento que antes.
Tenía la piel bronceada y una ligera barba cubría su mandíbula. Vestido con jeans rasgados, una camiseta blanca, una chaqueta de cuero y zapatillas Nike, se veía naturalmente bien. Era el típico macho alfa, deslumbrantemente guapo.
—Deja de portarte como un idiota, está claro que no has cambiado —dijo mirándolo con furia.
Él la miró. Ella olía deliciosa.
—Tú has cambiado mucho. Estaba empezando a pensar que las publicaciones de i********: estaban todas retocadas, pero claramente no —dijo, sus ojos recorriendo su figura de 5 pies y 2 pulgadas y admirando sus curvas.
Ella era más pequeña para ser una mujer loba, pero a él le gustaba. Tratando de no detenerse en la forma en que su blusa negra se ajustaba en el busto, combinada con unos jeans ajustados azules y botas de tacón negras, se veía naturalmente sexy. Ya no parecía una niña, ahora era una mujer sexy y atractiva, de eso estaba seguro, no era ciego para negarlo.
No era ciego y no importaba quién era ella, no podía negarlo.
—Si has terminado de ser molesto, ¿vamos? —dijo ella abriendo camino hacia la salida.
Elijah sonrió mientras la seguía, sus ojos posándose en su trasero, realmente se había desarrollado bien.
Su i********: solo tenía autofotos o fotos de comida.
El verano iba a ser muy divertido.
Llegaron pronto al coche y ella lo desbloqueó, abriendo el maletero para él. Él arrojó su maleta y su bolsa sobre los hombros, y dio la vuelta al asiento del pasajero.
—Espera, déjame entrar primero —dijo él levantando una ceja.
—¿Qué? —preguntó ella—. El espacio de estacionamiento era reducido —dijo, deslizándose hacia el asiento del conductor antes de que él entrara.
Un rico aroma a flores blancas llenó el coche.
—El espacio de estacionamiento estaba bien, tú estacionaste mal —comentó él mientras ella encendía el coche.
—Ponte el cinturón de seguridad —dijo Scarlett ignorando su comentario.
—¿Preocupada por mí? —bromeó él, sonriendo cuando ella lo miró con enojo.
—No, pero es mi coche, así que mis reglas —dijo dando marcha atrás, muy consciente de su observación.
Él la ignoró y se negó a ponerse el cinturón, jugueteando con su lista de reproducción. Se acomodó cuando comenzó a sonar “Or Nah” de Somo.
Mantuvo la vista en la carretera tratando de no prestar atención a las palabras de la canción. Las palabras eran un poco demasiado, y con Elijah en el coche la imagen en su cabeza no era decente.
—Así que, ¿por qué te enviaron a recogerme? —preguntó él mirando a la pelirroja animada.
—Surgió una reunión de último minuto con algún alfa y ya sabes cómo es papá, el trabajo es lo primero —respondió ella, haciendo fruncir el ceño a Elijah. Le molestaba cuando ella llamaba a su padre “papá”.
—Tiene sentido —dijo él sin dejar que se notara su molestia.
—¿Por qué no corriste el resto del camino de vuelta? —preguntó ella.
Su loba parecía estar de acuerdo con ella. Aunque al tener un lobo no se tenía una segunda voz en la cabeza, se podían sentir sus emociones y percibir sus opiniones; como una segunda conciencia.
—Equipaje, cariño —dijo él burlonamente, recibiendo un ceño fruncido por parte de la joven mujer—. ¿Y Jessica, ocupada horneando?
—Sí, pensé que no tenía nada hoy, pero apareció un encargo de último minuto y como dicen, ¿cuál es el punto de comprarme un coche si no puedo ser de alguna utilidad? — respondió Scarlett. Elijah sonrió socarronamente.
—Estoy de acuerdo, aprovéchalo —dijo dándole un golpecito en la cabeza, haciéndola mirarlo de nuevo con furia.
—No soy una aprovechada, ayudo en el restaurante los fines de semana y también trabajo en un salón de belleza —dijo ella, su mirada de enfado desvaneciéndose.
A diferencia de Elijah, el inteligente y orgulloso de la familia, ella había sido una decepción. Después de hacer un curso de belleza en la universidad, había solicitado trabajo en un salón humano local. Algo que sus padres no habían aceptado, querían que obtuviera un título universitario como Elijah, quien además de sus deberes alfa tenía un título de negocios.
—Genial. Me gusta el pelo, te queda bien—dijo él.
Mientras crecía, ella había pasado del morado al azul y al rosa, pero este era el tono de rojo más intenso que él había visto y le quedaba muy bien.
—Gracias —dijo ella con suspicacia—. ¿Tienes hambre? ¿Deberíamos parar en una gasolinera?
—Sí, vamos, estoy jodidamente hambriento, ya sabes que la comida en el avión no es comestible —dijo él empujando su asiento hacia atrás lo más lejos posible y estirando un poco sus largas piernas.
—No está tan mal —dijo ella divertida.
Mantuvo sus ojos abiertos en busca de un letrero que indicara que se acercaba una gasolinera.