El día daba comienzo, el sol en lo alto se admiraba rodeado de nubes blancas regalando a la vista un bello retrato al más puro estilo de las siempre hermosas pinturas renacentistas, el viento suave mecía con gracia las flores y arbustos en aquel majestuoso jardín, era un día bellísimo, de aquellos pocos que en verano no sofocaban con agobiante calor. Ojos fríos, casi inexpresivos, repasaban con mirada juiciosa cada rincón de aquellos jardines desde la ventajosa posición que el balcón en las alturas podría proporcionar, buscando cualquier ápice de error o defecto para ordenar su inmediata corrección, sirvientes corrían de un lado a otro acomodando mesas y decorando el jardín de manera pulcra y sofisticada dejando en claro quien era el anfitrión del lujoso banquete que se ofrecería más tar