El sonido de golpes rompía el silencio de los fríos y solitarios jardines en la mansión Da Silva a esas horas de la mañana, el viento suave y frio no eran impedimento para que Helena se ejercitara, un brillo desconocido y radiante se reflejaba en sus hermosos ojos de esmeralda…el mundo lucia mucho mas brillante, como si de pronto todos aquellos problemas que la aquejaban prometieran resolverse en un final feliz, se sentía con más energía que nunca, sentía su pecho tan inflamado de dicha que se creía capaz de volar para tocar las nubes, aquel abrumador sentimiento que la hacia sonreír de la nada era el amor…por primera vez en su vida experimentaba aquel fuego vivaz dentro de su alma…Antoine era su novio…su amor…su príncipe…y ella, no podía sentirse mas dichosa. – Tienes mucha más energía
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