Cedric Smith.
El hotel estaba saturado. Al parecer había llegado un autobús turístico a la zona por el tiempo del carnaval. Más ingenuos. Lo bueno es que alcance una habitación bastante decente. De cualquier manera, no la utilizaría más que para asearme. Esta vez no daría tregua. Hanna regresaría a mi vida y nos largamos de este lugar olvidándonos de los dos últimos años tan miserables.
Al subir las escaleras tropecé con una chica, por un instante creí que era Hanna. Mi hermosa Hanna, pero no fue así. Sin embargo, no pude apartar la mirada de ella, tal vez se percató de mi acoso descarado. Era hermosa, algo misteriosa,pero seguía sin ser Hanna.
Si tan sólo pudiera volver el tiempo atrás y lograr que ella nunca llegara hasta este lugar, que se quedara a mi lado. No abandonarla. Ahora estaríamos felizmente casados y con un lindo perro tal vez.
El celular comenzó a sonar haciéndome apartar la mirada de la chica. Ella me penetro con una mirada tan profundo, sus ojos eran de un café casi n***o, me detuve sin desviar nuestras miradas. Ella siguió su camino. Vi el número registrado, no me apetecía contestar, pero no tenía otra opción.
Smith. -dije contestando.
¡Qué hay hermano! Soy John ¿Cómo estás? El comandante quiere saber acerca de tus avances en la investigación. Él cree que es el momento de cerrarla. Dime que tienes algo. ¿Necesitas ayuda? -Mi cabeza taladraba por todo lo que decía. No tenía la menor intención de responder a sus cuestionamientos, pero no podía darme el lujo de perder también mi trabajo por el que tanto me esforcé. Ahora estaba como detective dentro de la interpol y podía eso ayudarme a llegar a Hanna. - ¿Smith? ¿estás ahí?
Perdón hermano. Tengo el informe con los nuevos avances, dile que se los envió por la mañana. Todo va bien. Tengo que cortar, hablamos luego. -colgué sin esperar respuesta.
No entiendo. Soy tan estúpido. Claro que necesito ayuda. Estoy tan condenadamente orgulloso. Ahora también es patético.
Soy agente de la interpol y no he podido encontrar a ninguna de las chicas de las cuales hay reporte de extravío o desaparición en este pueblo. No puedo encontrar a mi prometida. Ahora, además, el comandante estaba pisando los talones para cerrar pronto la investigación.
Estaba tan desubicado. Había recorrido cada maldito rastro. Cada pista. Sin embargo, la situación de violencia en el país no ayudaba mucho a resolver cuáles pistas servían y cuáles eran mero espejismo. Algo extraño pasaba con este jodido pueblo. Por más que la violencia que seguí como pista para encontrar a mi Hanna inundara al país, este pueblo se mantenía ajeno a esa situación. Era como si estuviera en una burbuja. Lo que acontece aquí es diferente. Era siniestro. No había violencia en este lugar, existía una presencia funesta.
Cada vez que pensaba lo cerca que me encontraba de hallar a Hanna me daba cuenta que me ubicaba en un callejón sin salida y tenía que comenzar de nuevo.
Dos años pasándome lo mismo. Entré a la habitación. Vaya que tuve suerte, era una habitación rústica, pero muy acogedora. Tenía un balcón que daba vista al pueblo. Arroje mi maleta al suelo y me dirigí al balcón.
Tenía una sensación extraña. Algo me guiaba siempre a esa selva tan espesa y llena de vida. Clavé mi mirada hacia lo que ocurría en el lugar. Luces iluminando el cielo de todos los colores. La música y los murmullos del gentilicio. Necesitaba ayuda para encontrar a Hanna ahora lo tenía claro. Necesitaba a Hanna.
A lo lejos vi a la chica que bajaba las escaleras del hotel. Era tan sobresaliente en este lugar, su cabello del naranja más brillante que jamás hubiera visto. Ella iba corriendo como si la persiguieran o persiguiera a alguien. Vi cómo se internó en la selva. No dudo en entrar sola, ahora dudaba si era valiente o realmente estúpida.
¡NO! Grité como si pudiera oírme.
A lo mejor ella conocía bien este lugar, por lo tanto, podría ayudarme a encontrar a mi Hanna. Seguro estaba que ella me mostraría el camino.
No podía dejarla ir.