Conexiones.

864 Words
ANDREA. Los misterios que se ocultan en este pueblo y sus habitantes eran bastante intrigantes. La conexión que sentía hacia el lugar y la forma en que me afectaba, no era algo que esperaba. Se suponía que el descanso y la diversión serían los invitados de honor, sin embargo, me ocurría algo, que me hacía difícil el poder controlarme. No quería salir de la ducha, pero tampoco podía estar sin disfrutar este lugar porque las cosas no salieron como creí. Estaba tan cerca la fecha en que volvería a toda la mierda en Londres. Tenía que mantenerme positiva; había dejado todo. Aunque nada me atraía a regresar no me sentía bien al estar huyendo.  No quería pensar en lo que me esperaría al regresar. Ella ya no estaba. Ahora era sólo yo contra el mundo.  Estaba tan llena de ira, rabia, un dolor que no creí posible de existir. Mi don por única vez lo sentí útil y resultó ser una gran mierda. Poder leer a las personas; ver su futuro, su pasado, su vida se consideraría el mejor poder. Pero es una basura.  Me acerque a mi mochila y por inercia tome mi celular. Lo encendí y volví a ver la bandeja de mensajes llena. Lena estuvo preocupada por mí durante meses, sin embargo, había renunciado a mí, al igual que mis padres lo hicieron. Que esperaban, fui yo quien encontró el cuerpo de mi hermana sin vida. Mi hermana gemela en la bañera cubierta de sangre, un cuerpo parecido al mío y cuyo rostro era idéntico. Fue el mismísimo infierno.  La escena era un s******o, pero yo sabía que eso no fue lo que ocurrió. Su muerte la hicieron parecer un s******o y el malnacido seguía libre, viviendo sin el menor rastro de arrepentimiento o preocupación alguna. Después de eso la única opción que tenía era irme. Alejarme de todo. Yo sólo quería olvidar. No me importaba que me tacharan de egoísta. Aria era lo único real en mi vida. Leí el último mensaje que me había dejado Lena. Eso fue al menos un mes atrás.  No me atrevía a abrir la bandeja. Sabía que estaba furiosa o peor aún decepcionada, pero cada vez que recibía una llamada o mensaje recordaba lo que me obligó a tomar este viaje. La echaba de menos. Tenía llamadas recientes de mi madre, junto con mensajes. Eso se esperaría normal de una madre, pero no de la mía, ella aceptó mi acuerdo de solo esperar mis mensajes donde les decía que me encontraba bien. Me hacía mal, necesitaba leer el último mensaje de Lena. Necesitaba su presencia. “Sé que sientes que moriste el mismo día que Aria, o al menos eso es lo que pretendes creer. Pienso que te sientes sola, pero sabes que yo estaba para ti. No tengo ni la menor idea de donde te encuentras. Me hubiera gustado que me contaras lo que planeabas hacer o por lo menos contestaras alguno de mis mensajes. Ahora no sólo tú estás sola yo también lo estoy. Me quedé sin amigas, sin mis hermanas el mismo día. No te preocupes, ya no enviaré más mensajes o te llamaré. Veo que no sirve de nada. Regresaras cuando estés lista. Espero que te encuentres en un lugar en paz. Quería contarte que me aceptaron para la práctica en Noruega. Estoy haciendo mis maletas. Cuídate mucho. Nos vemos en el camino”. Arroje el celular a la cama. No era el mejor momento para detenerme a pensar en todo lo que había ocurrido. El motivo por el cual abandoné todo sin más. Sabía que mi padre taparía mi “rebeldía” con algo sano y honesto para no dañar su pulcra imagen al igual que lo hicieron con la muerte de Aria. Mi cuerpo convulsionaba por la ira e impotencia. Las imágenes, los recuerdos venían a mi como avalancha. Lágrimas caían por mis mejillas sin intención de detenerse. Empecé a aventar todo lo que encontraba en mi camino, pateando, golpeándolo hasta que ya no tuve más energía. Me tiré al suelo en el costado de la cama sujetando mis piernas entre mis brazos. Estuve así por algunos minutos. Las lágrimas dejaron de caer, era el momento de cambiarme y salir a despejarme. No iba a perder la noche en este pueblo por algo que no podría solucionar, por lo menos, no ahora. Cuando llegara a Londres daría punto final a lo que le hicieron a Aria. Podría escuchar toda la vida del carnaval desde mi habitación. Por la puerta del balcón se apreciaban las luces y pirotecnia que iluminaban el cielo nocturno.  Johana ya debería estar en la plaza, así que coloque la chamarra de mezclilla y deje la habitación. Antes escuché el mensaje de voz que había dejado Elisa Price. “Muy bien señorita, ya fue suficiente. Tú padre y yo ya fuimos demasiado comprensivos. Tienes hasta mañana para tomar un vuelo de regreso a casa. No me gusta con qué personas te estás relacionando.” ¿Personas con las que me estaba relacionando? ¿De qué diablos estaba hablando? Estoy sola en este pueblo. Más tarde me comunicaría con ella. Podría esperar un poco más.
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