El susurro del viento

1875 Words
Andrea. Cuando llegué a la puerta del hotel, todo el ruido y las luces del carnaval me invadieron. Era hermoso. Este lugar le encantaría a Aria y a Lena.  - Deberías tener más cuidado. -dijo con una sonrisa que se esfumó cuando me vio a los ojos. Algo se formó en su rostro, líneas de preocupación. - ¿Te encuentras bien? ¿Te puedo ayudar en algo? -su voz tan serena me tranquilizaba. No me percate de irritados y llorosos que aún tenía mis ojos. - Sí. Sí, estoy bien. – respondí sin mirarlo a los ojos. Me sentía apenada al verme en este estado. - ¿Segura? ¿A dónde vas? -su mano tocó mi barbilla para que levantara mi mirada hacia él. Dios es tan inquietante. Detrás de él su amigo me miraba como si conociera todos mis secretos. Su mirada era más profunda, me daba calma. No entendía, los dos eran abrumadores, pero tan cristalinos. - Ammm… voy al carnaval. -dije mientras me alejaba de su agarre.  El carnaval está en la plaza, no dentro del hotel. -dijo desconcertado. - Emm… Sí sólo que se me olvido algo.  - ¿Estás sola?  - me preguntó Evan dudando sobre mi estado. - Oh no me están esperando, creo que ya voy tarde. ¿Y ustedes a dónde van? – dije para cambiar la atención que teníamos. - Nosotros también vamos al carnaval, Evan cree que será bueno relajarnos un poco. ¿te apetecería que caminemos juntos? - me dijo mostrando su sonrisa tan brillante.  No podía caminar con ellos, pero tenía tantas preguntas que hacerles. Este podría ser el momento indicado. Dudaba sobre mi decisión. - Claro, vamos. – sonreí y caminamos juntos por la calle. Seguimos caminando por la calle empedrada que nos llevaría a la plaza donde el ruido y las luces convertían el lugar en algo mágico y fuera de sí. No estaba acostumbrada a tantos colores y la mezcla de las notas musicales me parecía algo fuera de este mundo. No paraba de pensar en lo mucho que disfrutaría Aria este lugar. Quizás no debí echar un ojo a mi móvil, eso no me caía nada bien. Por un momento olvidé que iba caminando junto a Cameron y Evan. Sentían tanta paz  y no entendía, aun cuando en mi mente se encontrará un terremoto, con ellos me tranquilizaba. No tenía algo de sentido con lo que María me había contado. - Y… ¿qué ha pasado con la búsqueda? –dije tan normal como me fue posible. Ese tema en realidad me aterraba. No me había dado cuenta que los tres estábamos perdidos entre nuestros pensamientos.  - Ammm… Pues no hemos tenido mucho éxito. Mi padre tuvo que irse para atender cosas de trabajo. -dijo con amargura en su voz, se reflejaba una tristeza absoluta en su rostro. - Pero estamos seguros que estamos muy cerca de ella. –dijo Evan con seguridad. Su voz era firme. Mostraba su lado arrogante, como si fuera su escudo. Las cosas me confunden cada vez más. Estaba claro que ellos no habían hecho algo malo a María, pero, no concebía que ganaba ella contándome esas historias. A lo mejor era momento de contarles lo que yo les había ocultado. - Lamento eso. Quizás ella se regresó a su casa. -Sé que tenía que contarles, pero primero quería estar completamente segura. Evan fijó su mirada en mí como si supiera que sabía más de lo que yo le dije. Lo que él me provocaba era una mezcla de sentimientos y emociones, su presencia era diferente a todas las que conocía. Seguimos caminando sin decir una palabra y por extraño que parecía, ese había sido el silencio más cómodo. Podía ver a Johanna recargada en un lado del kiosko. El ruido se acrecentaba, era más hermoso de lo que me había visto en el folleto que me prestó Johana cuando comíamos. Entre tanta gente pude distinguir el rostro de María. No podía creer que estuviera aquí. Cómo es que seguía por aquí. Ella parecía estar buscándome. Así que salí corriendo hacia ella. Quería respuestas y saber cómo estaba ella, así que sin decirle nada a Cameron o a Evan corrí de su lado, sólo escuché a la distancia que gritaba mi nombre. - ¡María, María, María! - empecé a gritarle cuando ella caminaba y se perdía entre la gente. Sabía que María me había visto. Ella estaba huyendo de mí, pero ¿Por qué? La seguí por donde la veía. Ella era rápida, sin embargo, yo era la más testaruda del mundo según mi madre. Estaba tan cerca de alcanzarla cuando se internó en la oscura selva que rodeaba el pueblo, no tenía otra opción, tenía que continuar, si quería respuestas esta era la única forma. Algo en ella me aterraba, era siniestra. Lo notaba ahora en esta situación. Estaba más oscuro a cada paso, los ruidos del carnaval parecían tan lejanos y yo cada vez distinguía menos el camino hacia ella o hacia el pueblo. Podía escuchar como mi corazón se acelera y mis ojos se iban acostumbrando a la oscuridad del lugar, mis sentidos se agudizaron tratando de adaptarse, pero era inútil, no sabía dónde me encontraba. Noticia de última hora, “Por Estupida, turista extranjera se pierde en la selva”, veía los titulares de los periódicos. - ¡María! Sé que eras tú. Deja de ocultarte, no te haré daño. ¡Soy yo! -no respondía nada, sentía que no estaba sola. -María por favor, soy yo Andrea. Venga sólo quiero que me ayudes a volver y… -unos pasos se empezaron a escuchar conforme se tronaban las hojas o ramas en el suelo. Era un hecho no estaba sola. Me sentía como si estuviera rodeada. No tenía salida, esto no era bueno. Por Dios, me había metido en otros problemas antes, sin embargo, esto se sentía diferente. Tan impulsiva como siempre. No tenía escapatoria. Mi corazón estaba a punto de salir de mi pecho. - ¿Quién está ahí? Sé que hay alguien. ¡MUÉSTRATE! –grite tratando de ocultar mi miedo, mis ansias. Nada apareció. Tenía que mantener la calma. Esto no podía terminar así, volvería al pueblo como fuera. El viento soplaba más fuerte. Susurros se volvían claros, algo o alguien pronunciaba mi nombre. Algo en este lugar me atraía, ¿qué querían de mí? Parecía como si el viento fuera quien susurraba mi nombre, fuera quien me llamaba.  - ¡ANDREA! ¡Andrea! ¿Dónde estás? –gritaba un hombre a lo lejos. No cualquier hombre, era Evan. - ¿Evan? ¿eres tú? ¡Aquí estoy! –dije con voz temblorosa. - ¡¿Qué diablos?! ¿Te has vuelto loca? –dijo con un rastro de temor en su voz cuando me alcanzó en la oscuridad de la selva. Empezó a marcar en su celular.  - ¡No! ¿Tú qué haces aquí? ¿me has seguido? –dije empujando su agarre de mi brazo. - Sssssh Vámonos de aquí. No estamos a salvo.  - Espera. Shhh, no digas nada. – empecé a escuchar cada vez más claro que alguien me hablaba. Decía mi nombre. - ¿escuchas? Están hablándome, diciendo mi nombre. Me volvió a tomar del brazo y me fue guiando hacia algún lugar. Se detuvo en seco y me hizo chocar con él. Guardaba silencio como si con eso pudiera escuchar en este silencio abrasador que nos rodeaba. Escuchaba voces que decían mi nombre. Él también podía escuchar cómo me hablaban.  - ¿Qué te pasa? –dije empujándolo para abrirme paso delante de él, pero me detuvo. - Detente. Quédate a mi lado. Alguien nos está siguiendo.  - Entonces sí escuchas mi nombre también, ¿verdad? ¡Dime! –dije alejándome para poder verlo a la cara. Estaba asustado. - De eso hablo. ¿No se te hace raro que ni siguiera los grillos cantan? - No, no hay grillos en esta zona o ¿sí? Eso no importa, algo me llama. Quieren algo de mí.  – empezaba a preocuparme. - Por supuesto que los ahí. Ahora déjame ayudarte ¿sí? Tenemos que salir de aquí ahora mismo. Se notaba angustia en su mirada; como si ya hubiera pasado por esto y no pudo hacer algo. ¿Sabía algo más sobre la desaparición de la otra chica? No podía creer que lo de esa chica fuera cierto, es decir, vi las heridas de María. Sólo asentí y me acerqué un poco más a él, teniendo cuidado de no tocarlo. No era un buen momento como para tener un episodio. Tenía una extraña sensación de protección a su lado que no había conseguido tener con alguien más, ni siquiera con los pretendientes que me aprobaba mi padre para continuar con el legado familiar. Las cosas se sentían tensas. Por primera vez en la vida quería regresar el tiempo y hacerle caso a mi madre de no hacer este estúpido viaje. Por primera vez desearía no haber salido de mi estúpido lugar “seguro”. - Cuando yo te diga corre, tendrás que correr hacia esa dirección. - dijo señalando hacia la oscuridad de lado izquierdo. - Tendrás que correr muy rápido ¿entendido? Te encontrarás a Cameron, ¿entiendes? - dijo tan serio que sabía que esto estaba realmente mal. Únicamente logré asentir, me encontraba realmente absorta en todo lo que estaba ocurriendo.  ¡ANDREA! –dijo sacudiéndome.  - Si, si está bien. Pero… ¿tú vendrás detrás de mí cierto? –no entendía, pero lo quería muy cerca de mí. - Si. –dijo dándome una mirada tan profunda tratando de tranquilizarme. –Voy justo detrás de ti. ¡Corre! Salí corriendo como si mi vida dependiera de eso. No miré hacia atrás, pero sentía a Evan muy de cerca, así que sólo corrí, todo a mi alrededor parecía que se había detenido, los sonidos, las imágenes, todo parecía como en cámara lenta.  - ¡Corre! ¡corre! ¡Vamos más rápido! –gritaba Evan.   Yo también lo podía sentir, pero en realidad me sentía  rodeada, sin salida. El miedo me invadió por completo. Escuchaba como entre el viento que acariciaba mi rostro al correr en contra susurraba mi nombre. No tenía sentido alguno. Quería que esto terminara. Ya estaba cerca del pueblo. Podía ver las luces y el sonido del carnaval se escuchaba más claro. Sentí como una mano me sujeto, comencé a gritar tan fuerte como pude. Me di cuenta que era Cameron. Trataban de tranquilizarme entre los dos. No creí que hubiera caminado tan adentro de la selva. Entre los dos me guiaron a la salida de la selva. Por fin estaban las luces y la música a sólo unos pasos. Mi corazón latía demasiado rápido, me sentía tan mareada. Justo cuando llegué al carnaval pude ver a Johanna, como si me estuviera esperando, ella estaba junto a dos tipos altos y fornidos, parecían policías y también la señora que me advirtió sobre las historias esta tarde. Había alguien más detrás de ellos. ¿Quién era él?  No podía más, todo daba vueltas, estaba cansada… pero… ¿cómo era posible? ¿Quién era María?  - ¡ANDREA!... gritaron.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD