Casi no hemos hablado; la miro ser feliz desde lejos. Desde el otro lado del monitor. Aprecio cada foto que ella sube, sola o acompañada, sobre todo aprecio en las que aparece sola, pues de solo pensar que está con alguien más, a mi me puede bastante. Me llena de celos e impotencia. Aún que sabemos que no tendía por que hacerlo.
Ella si me dio su número de teléfono, lo tengo anotado en un post-it a un costado de mi computadora, para que no se pierda. A veces coqueteo a la idea de marcarle, mas creo que esta ocupada, y aparto la idea de mi mente.
Mi mejor amigo, al que ya le conté todo, me ha hecho la observación de que no debo dejar de lado mi vida, que no debo permanecer aquí para cuando ella quiera o necesite de mí, y creo que tiene razón.
*
En este momento la brisa del mar me pega directamente en el rostro, la arena bajo mis pies está tibia. Mis amigos y yo hemos venido a la playa a pasar el rato, y para ser sincero hace tiempo que no me sentía tan bien haciendo nada. Hemos estado casi todo el día, desde la tarde que salimos de la escuela, pusimos música en una bocina, compramos algunas cervezas y festejamos mi cumpleaños. Vinieron algunas chicas, y una de ellas, es bastante linda. Y parece que se acerca mucho a mí. Mi amigo dice que le gusto.
No se cómo sentirme al respecto. Me gusta también, pero no profundamente; solo, me gusta y ya. Hemos estado coqueteando toda la tarde y ciertamente estoy algo borracho en este punto, si ella intentará cualquier cosa yo accedería. Tal vez solo necesite compañía de alguien real, de alguien que este en el mismo plano que yo, que este en mi presente que pueda tocar, oler, escuchar…
El sol se está ocultando y es hora de irnos a cambiar por que iremos a algún bar, aprovechando que he cumplido 18. Mi madre no llegará hasta las 8:30, así que tenemos una hora y media antes de que llegué, invité a Ericka a mi casa, le dije que si quería se podía arreglar ahí, ella acepto. Esas cervezas me dieron mucho valor, en otro momento ni siquiera hubiera hablado. Puede que no tenga una cintura pequeña o una risa agradable al oído, pero a ella le gusto, y no puedo pedir otra cosa en este momento.
Apenas abrí la puerta de mi casa y ella ya había saltado sobre mí, envolviéndome con sus piernas a la cintura y con sus brazos amarrando mis hombros. Su boca se pegaba con la mía y no dejaba que me despegará. Su lengua se aventuró poco después a jugar con la mía, me mordía suavemente el labio, mientras sus manos las pasaba por mi cabello rizado. Cerré la puerta tras de mi con ayuda de uno de mis pies. Y así, con ella encima de mí, nos dirigimos ahora hacia el baño, para enjuagarnos la sal adherida a la piel y sacudirnos la arena el uno al otro.
El agua fría mitiga un poco el calor de nuestro cuerpo mientras que la espuma del jabón hace que la piel se sienta entre en brazas y fresca,, una mezcla extraña y masoquista. Ironía. Su aliento y el mío olían a alcohol. Ella me mira con unos ojos muy brillantes, y por fin entiendo, es hora de dejar ir a Kalila, en los brazos de alguien más. En los brazos de Ericka.
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Me estaba cepillando los dientes, cuando Ericka cerró la llave de la ducha. corrió el cancel y me pidió que le pasará una toalla para secarse. Le sonreí con el cepillo y la pasta aún en mi boca y ella soltó una pequeña risa mientras evitaba mi mirada. Le extendí la toalla con una mano y ella empezó a secar su cuerpo. Escupí por en el lavabo y ella salió del baño; abrió la ventana de mi cuarto y dejo que el aire húmedo se metiera a la habitación. Se quedó unos momentos en la ventana, yo la estaba mirando por el espejo del baño mientras me colocó la crema de afeitar y me rastillo con la navaja.
Me quedé mirando mi reflejo unos minutos tratando de entender lo que había sucedido, pero no pude culminar el pensamiento, la voz de Ericka interrumpía en la habitación mientras el colchón sonaba, producto de su cuerpo sentándose en el mismo.
- ¿De quién es este número? – Dijo. Sentí mis piernas flaquear y tuve que detenerme con las manos del lavabo. Me tome unos segundos para responder.
- De alguien…
- ¿De qué parte de México es?, no conozco esa lada – Una presión invadió mi pecho, y sentía como las palabras se atoraban en la garganta. No respondí abrí la llave del agua para enjuagar mi cara.
- Del centro. – Dije por fin, después de unos segundos. Ericka también guardo silencio unos instantes hasta que espetó las siguientes palabras
- ¿La quieres? – no supe qué contestar.
Salí del baño para encontrarla sentada a la orilla de mi cama mirando fijamente el pos-it. No tenía corazones, ni nada especial; no tenía ni el nombre de Kalila escrito por ningún lado. La verdad es que desconocía como ella sabía que era de una mujer. Quise buscarle los ojos para comprender un poco mejor su pregunta, pero Ericka evitaba mi mirada, tenia los ojos fijos en el post-it. Decidí ser sincero o lo más sincero posible.
- ¿Cómo sabes que es una mujer?
- No lo sabía, solo me lo imaginé, por tu reacción y al preguntar lo confirmé. Pero dime, ¿la quieres? – Recalcó con su voz algo quebrada y aún sin mirarme
- Supongo. – prácticamente lo susurré, no quise verla, volteé hacia un lado para tomar mi ropa y seguir arreglándome para continuar los planes de la celebración
- ¿Supones? Uno no puede suponer esas cosas...
- Pues… - la interrumpo mientras suelto un leve suspiro sin querer, pero continúe – es complicado, pero hoy es mi cumpleaños, así que vayamos a celebrar. – de verdad esperaba que ese argumento funcionará.
- Yo ya estoy lista. -dijo incorporándose casi de inmediato, dejando caer la toalla de su cuerpo y mirándome a de forma muy seductora se acercaba de apoco hacia mi.
La puerta de la casa se abrió, segundos después la voz de mi madre interrumpió el silencio que se había formado.
- ¿Hijo? ¿Gary? ¿estás aquí?
- Sí mamá, en mi cuarto, me estoy arreglando, ya casi me voy. Enseguida salgo. -dije intentando sonar lo más normal posible.
Ericka se quedo escuchando lo que decía, con una sonrisa pícara en el rostro; me dio un leve beso en la comisura de los labios y se metió al baño a cambiarse.
Diez minutos después estábamos saliendo de la habitación, le presente a Ericka, ella le sonreía francamente a mi madre, y mi madre la miro contrariada por un momento para después la abrazo como sí la conociera de toda la vida.
Mi madre me felicito ampliamente por mi cumpleaños, y me dejo irme, no sin antes dedicarme una de esas “miradas de madre” que llevan escrito un “hablamos después” con letras mayúsculas. Le bese la frente y nos fuimos.
***
Me desperté a las 3 de la tarde, con dolor de cabeza, la boca seca y muy sediento. No supe a qué hora llegue anoche, ni cómo llegue, creo que tome un taxi. Bueno, me divertí, que es lo más importante. Me dirigí a la cocina tome mucha agua y regrese a acostarme. No hice el intento por prender mi computadora, pero sí cogí el móvil. Un mensaje de Ericka…
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Me volvería a dormir, después le llamaría para quedar.