CAPÍTULO ONCE Rika había llegado a odiar sus aposentos con una pasión que desconocía que tuviera. Odiaba estar atrapada en esas cuatro paredes, odiaba a Endi por tenerla allí de esa manera, odiaba todo lo que estaba sucediendo en Ishjemme mientras ella estaba allí encerrada. Incluso estaba empezando a odiar su arpa, cosa que Rika jamás había pensado que fuera posible. Cuando era niña, nada le había gustado jamás tanto como tocarla, pero ahora, solo parecía otro símbolo de lo atrapada que estaba. ¿Qué tenía de bueno tocar un instrumento hermoso como este, si el mundo que la rodeaba no era hermoso? —Tal vez solo tenga que pedir perdón a Endi para que me deje salir —dijo Rika, por lo que debía ser la centésima vez. Por centésima vez, rechazó la idea sin pensarlo dos veces. Existían algunas