– ¡Qué demonios!, les dije que tuvieran cuidado – sentenció Onilas al ver los raspones en los brazos de Sasha Leonidova. Los caballeros grises desviaron la mirada. – Tuvieron curiosidad – respondió Serity con las piernas cruzadas – el marqués les dijo que ella no despertaría y la dejaron caer a propósito. Gancho resopló – señor, no fue así como pasó, fue un accidente, tendremos más cuidado. – Eso espero – enfatizó Onilas – les dejé un reloj sobre la pared, en ocho horas y media ella despertará, no quiero más accidentes, sí la matan sin permiso del duque ninguno saldrá vivo de esta mansión, ¿lo han entendido? – Sí señor – respondieron los cuatro. Onilas acomodó su saco – hagan un trabajo decente – sentenció y caminó hacia la puerta. Serity se levantó de su asiento y caminó detrás del