Los Carulla

976 Words
Después de terminar mi trabajo, tomé mis cosas y fui al restaurante indicado. Cuando llegué me estaban esperando mis padres y se veían muy animados. -Hola mamá, hola papá. -Hola hija, ¿qué tal te fue en tu primer día como CEO? – me preguntó mi mamá sumamente contenta. -Todo bien mamá, aunque como dices es el primer día. Todo estuvo muy tranquilo, básicamente fueron las presentaciones normales. -Pero que bueno que te la pasaste bien. Espero que así sean todos tus días. -Gracias mamá, entonces ¿qué estamos festejando? Lo dije solamente porque quería que mis papás volvieran a decirme cosas lindas, pero en su lugar se quedaron callados y de repente parecían nerviosos. - ¿Todo bien? ¿Acaso pasó algo malo? -No, nada de eso hijita, es sólo que… verás. Hay unas personas que queremos presentarte. -Ah, está bien – respondí un poco desconcertada. No era lo que me esperaba, pero no me pareció nada malo. -En realidad ya conoces a las personas que nos acompañarán esta noche. -Oh, yo creí que íbamos a pasar la noche juntos los tres. Pero bueno. Mis papás se vieron entre ellos y pude distinguir cierta culpa en sus miradas, así que les cambié el tema. No era mi intención que se sintieran mal. -Bueno, entonces dices que ya conozco a estas personas. -Ah si, tiene muchos años que viste a uno de ellos – dijo mi papá de repente recuperando su buen ánimo – es un viejo amigo mío del que quizá te he hablado antes. -Si hija, lo conociste hace años. - ¿Ah sí? No lo recuerdo. ¿Cómo se llama tu amigo papá? -Ernesto Carulla. Ha estado unos años fuera del país, pero el te cargó cuando eras una bebé. - ¿Es en serio? Si esa es la última vez que ví a tu amigo me supongo que imaginas el porque no lo recuerdo, ¿verdad? -Jaja, que cosas dices hija, pero si, esa fue la última vez que te reuniste con él – dijo mientras volteaba a otro lado la vista. -Ay papá. Estoy esforzándome por recordar a tu amigo y resulta que lo ví cuando era una bebé. -Bueno, pero, aunque no lo hayas visto antes no significa que él no ha andado pendiente de tu crecimiento. - ¿Qué? No entendía nada. Se supone que esta noche era par festejar mi logro, pero mis papás lo estaban convirtiendo en una cena para hablar maravillas de un señor el cual no conocía. Es más, parecía que se esforzaban en hacerlo parecer como un amigo íntimo de la familia, aunque no recordaba haberlo visto en mi vida. -Si, el siempre ha estado interesado en ti. - ¿Y por qué un desconocido está interesado en mí? Papá. Como lo veas eso es muy raro. -Ya deja de enredar a tu hija con tus comentarios, sólo la vas a confundir más – dijo mi mamá mientras interrumpía a mi papá antes que dijera una nueva ocurrencia. -Verás hija – continuó ella – el señor Carulla es un viejo amigo de la familia, y siempre se ha interesado en ti porque también tiene un hijo de tu edad. “¿Y eso a mi qué?” fue lo que pensé, pero antes de que lo pudiera decir llegaron dos hombres altos acompañados del mesero a la mesa en donde estábamos. Mi papá inmediatamente se levantó y alzó los brazos para darle un abrazo cariñoso al hombre mayor. -Emiliano, amigo mío. Tantos años sin verte – dijo el hombre desconocido. -Lo mismo digo Roberto. Que gusto verte de nuevo. Ambos se daban un abrazo fuerte mientras el resto sólo los veíamos, y yo particularmente me sentía muy incómoda. -Y este me supongo es tu hijo Rodrigo, ¿o me equivoco? - mencionó mi papá mientras se quedaba viendo al joven que había llegado con su amigo. Volteé a verlo y me quedé muy sorprendida. Creo que nunca había visto a un hombre tan atractivo como él. Era alto, muy alto. Tal vez mediría cerca de un metro ochenta y cinco. Tenía el cabello un poco largo para lo usual en un hombre de negocios, y supuse que se dedicaba a eso por el traje que llevaba puesto. Traje que por cierto le quedaba muy bien. Tenía los ojos castaños claros, una nariz respingada y el mentón fuerte y marcado. En pocas palabras una gran combinación de atributos físicos, y siento que definitivamente me hubiera sentido muy atraída a él sino hubiera sido por la mirada de aparente odio que me lanzaba. “¿Y a este que mosca lo picó?” pensé mientras lo veía confundida. No lo había imaginado, de verdad parecía verme con rencor. Mis pensamientos se vieron interrumpidos por el señor Carulla. -Así es, este es mi hijo Rodrigo. -Un placer conocerlo señor Ortega – dijo el tal Rodrigo mientras le extendía la mano amablemente a mi padre. -El gusto es mío muchacho, vaya que lo es. Tosí discretamente para interrumpir la escena. Que groseros de su parte ignorar a mi madre y a mí por completo. Supongo que mi padre entendió mi indirecta porque inmediatamente corrigió su actitud. -Que descortés. Permítanme presentarles a mi esposa Lucrecia. Se saludaron entre si. -Y a mi hermosa hija Emilia. Las reacciones a ese comentario fueron diferentes. El señor Carulla me vio con… ¿añoranza quizás? No estoy muy segura, pero se veía muy contento. En cambio, su hijo hizo una expresión burlona ante el adjetivo con el que mi padre me describió. Fue muy rápido, pero lo noté. Ok, no sabía porqué, pero ese estúpido tenía algún problema conmigo. De repente me sentí un poco molesta y me excusé para ir al baño por un momento para tranquilizarme. La velada que creía sería tranquila fue arruinada con la presencia de esos dos hombres.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD