Roberto estaba sentado tras un enorme escritorio, había dos sillas al otro lado, una vacía, imagino que era la de Hugo y en la otra, estaba sentado Iván. Entre erguida, sería y orgullosa, pero sobre todo con una mirada llena de ira que no era actuada. Hugo cerró la puerta tras de mí y pasó a mi lado, quedándose de pie junto a Roberto, mientras que esté último, estaba echado hacia atrás en el respaldo de su silla, me observaba ceñudo, como si a estas alturas pudiera intimidarme. — Roberto… — Murmuré acercándome. “¿Ahora qué? ¿Qué le vas a decir?”, mi mente me atormentaba, la verdad es que me había imaginado este encuentro tantas veces e imaginé decirle tantas cosas… Sin embargo, ahora me había quedado sin palabras. Mi mirada se deslizó sobre el escritorio, en el que había un gran desord